viernes, 15 de noviembre de 2013

Así gana el Madrid





Madrid es una ciudad que rebosa arte por los cuatro costados, y basta con ir al Palacio de los Deportes para ver una pequeña muestra. Porque el equipo de Pablo Laso roza la perfección sobre una cancha de baloncesto. Su superioridad es tan apabullante como asombrosa.

Desde que el árbitro lanza el balón al aire hasta que suena la bocina marcando el final del último cuarto, los blancos ganan a sus rivales en cada acción. Tanto en ataque como en defensa los merengues parecen jugar contra niños, conscientes en todo momento de sus debilidades. Y no les vale sólo con vencer; hasta que no arrasan con ellos, no cesan en su empeño.

Nadie destaca por encima del grupo; si un día el protagonista es uno, al día siguiente lo es otro. No hay envidias ni rencores, prima el conjunto sobre las individualidades.

Durante el pasado verano se optó por la continuidad, eso sí reforzando quizá su único punto débil, el juego interior. Se decidió abrir la puerta, de manera acertada, al talentoso Mirza Begic, como ya se hizo con anterioridad con Ante Tomić. A cambio han llegado el contrastado Ioannis Bourousis, y el esperanzador Salah Mejri. Si a esto le unimos la continuidad de Felipe Reyes y Marcus Slaughter, parece claro que el club ha apostado por el sacrificio en detrimento de la calidad. Con la excepción de Nikola Mirotić, al que seguramente le disfrutaremos este año por última vez.

Todo lo contrario ha ocurrido con los jugadores exteriores, donde se ha mantenido el bloque con jugadores capaces de anotar por encima de los veinte puntos. Todos ellos capaces de romper el marcador en cualquier momento del encuentro.

Y la fórmula por el momento parece que funciona: invictos con 12 victorias, con medías de más de 27 puntos de ventaja y más de 94 puntos por partido.

El Barcelona en cambio buscó en el mercado una superestrella, y tras las calabazas de Vasilis Spanoulis, se tuvieron que conformar con bisutería, Kostas Papanikolaou. Por ahora en la Liga Endesa también están imbatidos, pero las sensaciones son bien diferentes.

Todo resulta más sencillo bajo la batuta de un gran director de orquesta, y Sergio Rodríguez es actualmente el mejor base de todo el viejo continente. El Madrid juega como el Chacho piensa, y el canario tiene una mente privilegiada, es un auténtico genio para esto del baloncesto. Ha recuperado las sensaciones de cuando era joven, y en este estado de forma es imparable. Piensa más rápido que los rivales, es capaz de ver donde está la ventaja y además tiene las dotes de los elegidos para ejecutar de manera perfecta sus pensamientos.

La próxima víctima que los de Laso dejarán a su paso será el domingo el Herbalife Gran Canaria. Pasen y vean.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

El topo asoma





Al comienzo de esta temporada Carlo Ancelotti tuvo que tomar una difícil decisión; una de esas que nunca convencen a todos, y que siempre se miran con lupa. Decidió que su portero titular era Diego López; algo que levantó ampollas en un gran sector del Bernabéu. Además, curiosamente era el mismo guardameta que eligió en su día José Mourinho.

Muchos fueron los que dijeron por entonces que la elección del técnico portugués era personal contra Iker Casillas, y que nada tenía que ver con lo deportivo. Que le señalaba como el topo del equipo, la garganta profunda que filtraba a la prensa las charlas del vestuario.

Se atrevió a dejar en el banquillo a un mito del madridismo, un campeón de Europa y del Mundo, el mejor portero del siglo XXI. Tan evidente era su indiscutible titularidad durante todos estos años, como que en la temporada 2012/13 había bajado su rendimiento, andaba con la cabeza en otros asuntos.

Para darle un toque de atención, Mourinho decidió tirar de lo único que tenía a mano, el becario Adán. Que éste no tenía categoría para ocupar la portería del Madrid lo sabíamos todos, pero el luso pensó que bastaría con un par de partidos para despertar el carácter competitivo del de Móstoles, que llevaba mucho tiempo sin tener un rival digno en el puesto.

Caprichos del destino, poco días después se lesionó. Y la rapidez del club para contratar a Diego López dejó bastante claro que el entrenador portugués no confiaba en Adán para las grandes citas, como había insinuado antes.

Meses después El Santo volvió, pero Mou no estaba por la labor de cambiar de portero. Había encontrado al que siempre quiso, uno seguro por arriba y con buen manejo de los pies. Por lo que a Casillas le tocó ver el desenlace de la temporada desde el banquillo.

Finalmente Iker ganó el pulso, y la marcha de The Special One parecía calmar la tempestad. Su sustituto era Ancelotti, un hombre de club que a priori no parecía que iba a levantar mucho la voz y que iba a ser políticamente correcto.

Posiblemente que fuese a la Copa Confederaciones con España le perjudicó, o por lo menos no le ayudó para recuperar su puesto en la portería blanca. Durante la pretemporada además Diego confirmó lo que ya se presagiaba en la temporada anterior, que era un portero de primer nivel. Así que el puesto era suyo.

El italiano acababa de llegar y como suponemos que no tenía nada contra Casillas, parece obvio que su decisión sí que fue meramente deportiva. Pero con su nueva suplencia empezó la maquinaria mediática de muchos medios, posiblemente los mismos que se beneficiaron de sus supuestas filtraciones.

Sorprendentemente estas presiones desembocaron en una decisión circense de Carletto. A pesar de elegir a su portero, optó por otro para la competición más importante del club, la Champions. Una treta que no se recuerda en el mundo del fútbol.

Desde entonces el gallego ha mantenido su excelente estado de forma, con exhibición tras exhibición. Por su parte el madrileño empezó la competición europea con dudas, pero poco a poco ha recuperado su mejor forma, o por lo menos está cerca. Su partido anoche en Turín fue más que destacable y sus paradas recordaron a las de antaño. Sin embargo, no hay que vender ninguna moto, su actuación está muy lejos de muchas de las que ha realizado esta misma temporada su compañero.

Desde su llegada a Madrid, Diego López ha jugado todos los encuentros desde el borde de un precipicio. Cada domingo muchos son los que esperaban su error, para echarle toda la mierda encima. Y como no ha llegado, ya se ha optado por otro camino.

A los blancos les han metido 16 goles en 12 jornadas de Liga. Y algunos no han tardado en señalar al portero como culpable de esta sangría.


El fútbol de élite no tiene memoria, los méritos se demuestran en cada partido, no sirve de nada lo hecho con anterioridad. Puede parecer injusto, pero es así para todos. Y desde luego que una injusticia nunca se debe solucionar con otra.