Resulta
raro
ver al mismo árbitro en el Clásico de la primera vuelta y en el de
la segunda; no
ocurría desde la temporada 93-94. Pero
más extraño aún es que ese colegiado utilice una vara de medir
bien distinta en cada una de las citas. Al Undiano
Mallenco
del pasado 26 de octubre en el Camp Nou se le encogió el brazo a la
hora de señalar el punto
de
penalti tras
la embestida de
Mascherano
a Cristiano
Ronaldo.
No
ocurrió lo mismo anoche, cuando esa cobardía se convirtió
repentinamente
en
valentía.
Valentía
para señalar el penaltito de Xabi
Alonso
a Iniesta.
Valentía
que curiosamente desapareció sólo unos minutos antes, en el derribo
de Piqué
a Bale.
Dos situaciones similares, que se pueden o no señalar como penas
máximas, pero con distinto desenlace.
El
resto de su larga lista de errores resultan algo
más
comprensibles y humanos. Una
falta que señala dentro del área pero
que realmente se cometió a un palmo de la línea,
un fuera de juego milimétrico
que desemboca en
penalti y expulsión. Fallos
que entran dentro de la normalidad.
“Hubiese
pitado como Undiano”. Ésta
es la valoración que hacía Xavi
de la actuación del árbitro tras el partido. El de Tarrasa igual
jugó otro encuentro, ya le pasó la temporada pasada tras la
eliminatoria ante el Bayern en la fueron derrotados por 7-0. Tras el
baño alemán aseguró que no les habían pasado por encima.
“Pepeligro”.
Así
titulaba el Mundo Deportivo el pasado miércoles para referirse al
supuesto miedo que tenían los jugadores azulgrana al central
portugués. Sin embargo caprichos del destino, la acción más
violenta del partido y de toda la temporada, la protagonizó uno de
los suyos. Un pisotón en la cabeza de Busquets
al señalado Pepe;
una salvajada que
hoy por cierto no aparece en dicho periódico.
Con
esto, ni mucho menos, quiero tapar las vergüenzas del Madrid, como
por ejemplo el enésimo desplante de Sergio
Ramos,
tan sobrado de cualidades como falto de cabeza. Nunca a un central se
le han perdonado tantos errores como al de Camas, que parece más
centrado en asuntos extradeportivos que en capitanear al Madrid.
Y
no me quiero olvidar del pobre planteamiento de Carlo Ancelotti.
El italiano fue incapaz de buscarle las cosquillas al Barcelona,
precisamente cuando su defensa hace aguas. Así que, como pasase hace
unas semanas en el Vicente Calderón, los blancos han dejado pasar
una nueva oportunidad para dejar sentenciada la Liga.
Durante
su primer año como entrenador blanco se ha destapado como un gran
gestor del vestuario, tarea que no parecía sencilla tras el paso del
huracán Mourinho. E incluso a día de hoy mantiene al equipo
vivo en las tres competiciones. Pero el regustillo que ha dejado el
equipo en las últimas grandes citas, salvo en las semifinales de
Copa ante el Atleti, no hace presagiar nada bueno para el final de la
temporada. Así no, Carletto.

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