martes, 26 de marzo de 2013

El salto del tigre




Hasta el 29 de noviembre de 2009, Tiger Woods era un ejemplo para toda la sociedad: dominaba como pocos lo han hecho a lo largo de la historia un deporte, el golf; mantuvo el número 1 mundial durante 623 semanas, y ganó 14 majors (sólo superado por los 18 de Jack Nicklaus). Además, la vida le sonreía también en lo personal gracias a su mujer, la modelo sueca, Elin Nordegren, y los dos hijos que tienen en común.
Pero aquel fatídico día todo se fue al traste, su imagen de padre y marido modelo se vino abajo de un plumazo. Un accidente de tráfico fue el detonante. No tardó en salir a la luz que el choque se produjo cuando su mujer se enteró de sus numerosas y regulares infidelidades. La guapa Elin decidió ir detrás del golfo, perdón golfista, hierro siete en mano. Se trataba de la primera vez en su vida que un palo se volvía en su contra.
Y las consecuencias no tardaron en llegar. El ciudadano ejemplar, admirado por todos, paso a ser visto como un obseso sexual. El 11 de diciembre de 2009 anunciaba que se retiraba de los campos y que ingresaba en una clínica de rehabilitación para tratar su adicción. Después vendría el complicado proceso de divorcio, porque su ex mujer quería su parte del pastel. Se habla de un acuerdo similar al que consiguió en su día Juanita, quien le sacó 168 millones de dólares a Michael Jordan.
Tiger volvió a vestirse de corto el 5 de abril de 2010 en el Masters de Augusta. Pero no había ni rastro del jugador que llegó a convertirse, posiblemente, en el mejor golfista de todos los tiempos. El californiano no levantaba cabeza, torneo tras torneo defraudaba, y el 24 de octubre de 2010 Lee Westwood le arrebató el número 1 mundial. Desde entonces su caída en la tabla fue imparable, y tocó fondo el 6 de noviembre de 2011, cuando llegó a ocupar el puesto 58.
Necesitaba un cambio urgente, puso su swing en manos Sean Foley y despidió a su fiel compañero durante doce años, el caddie Steve Williams (durante muchos años el deportista neozelandés mejor pagado). Ocupó su lugar Joe LaCava. Y no hay que olvidarse del amor, la esquiadora Lindsey Vonn le ha dado la estabilidad emocional que buscaba tras su separación.
Los cambios surgieron efecto y las mejoras no tardaron en llegar. Ya el año pasado logró tres victorias en el circuito PGA. Aunque su explosión ha llegado en este 2013, donde ha ganado tres torneos de los cinco que ha disputado. Parece que por fin ha vuelto Tiger, y esperemos que lo haya hecho para quedarse, porque aún tiene 37 años y su rivalidad con Rory McIlroy podría marcar una época. El comienzo de temporada del norirlandés no ha sido, ni mucho menos, el mejor. Pero en cuanto se amolde a sus nuevos palos Nike plantará batalla.
Han pasado muchas cosas desde la confesión de Woods, ha sufrido muchos cambios en su vida (entrenador, caddie, pareja sentimental), pero hay un valor que sigue intacto en su personalidad: querer ser el número 1, estar por encima de los demás. Algo que desde el pasado lunes ha vuelto a lograr. El siguiente reto será Augusta, que se disputará entre el 11 y el 15 de abril. Allí intentará ganar un major tras cinco años de sequía, y de paso recortar la distancia que le separa del Oso Dorado.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Rafa´s back




El 5 de febrero fue la fecha elegida por Rafa Nadal, tras estar más de siete meses en el dique seco, para volver a disputar un partido oficial de tenis. Habían pasado 222 días desde la última vez que pisó una pista. Fue en la sorprendente derrota en segunda ronda de Wimbledon ante el checho Lukas Rosol.

Más de medio año parado es mucho, y por ello el cuerpo técnico del balear escogió para su ansiado regreso torneos de medio pelo en tierra batida: Viña del Mar, Acapulco y São Paulo. Poco a poco Rafa ha ido cogiendo ritmo, y tras perder la final en Chile ante el argentino Horacio Ceballos, ha levantado el trofeo mexicano y el brasileño.

Victorias de chichinabo antes de la verdadera prueba de fuego: Indian Wells. Y ahí, en pista dura, se ha ido deshaciendo uno a uno de rivales de cada vez más enjundia. Empezó por Ryan Harrison y el recuperado Ernests Gulbis. Y después le vinieron los miuras: Roger Federer, Tomas Berdych y Juan Martín del Potro. Tres top 10 que además jugaban en una pista que, a priori, les favorecía. Pues bien, todos ellos fueron superados por Nadal, que conseguía así, y de manera brillante, su primer título sobre cemento desde 2010.

La victoria del pasado domingo ante Del Potro es la 600 de su carrera como profesional, sólo veinte tenistas han llegado a esa cifra. Pero además, es el líder de todos los tiempos en porcentaje de victorias-derrotas, con un escalofriante 83%. Le siguen leyendas como Bjorn Borg (82,7%) y Jimmy Connors (81,8%).

Otra lista que vuelve a liderar en solitario es la de Masters 1.000 ganados (22), superando en uno a Federer, en cinco a Agassi y en nueve a Djokovic. Para hacernos una idea de semejante hazaña, figuras como Ferrer o Berdych sólo han ganado uno, y Del Potro ninguno.

Dicen los expertos que ha cambiado su manera de jugar, que ahora es más agresivo, que busca ganar antes los puntos para que su maltrecha rodilla no sufra. No soy médico, y ni mucho menos un virtuoso de la raqueta, pero lo que no ha cambiado ni un ápice es su actitud y su mentalidad ganadora. Rafa ha vuelto, ha regresado el jugador que no da un punto por perdido, el que no regala una sola bola, el tenista que exaspera a los contrarios, que devuelve con suma facilidad todos los ataques que recibe. Y lo mejor de todo es que ha vuelto para quedarse.

Pero no hay que lanzar las campanas al vuelo, este solo es un paso más en su recuperación. Ahora toca esperar; no acudirá a Miami y reaparecerá en un mes para defender título en Montecarlo, donde ha ganado en las últimas ocho ediciones. Luego toca Barcelona, Madrid, Roma y Roland Garros, ahí tiene otra cita con la historia.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Semana blanca




Intento hacer memoria, pero no recuerdo una semana tan redonda para el Real Madrid en sus 111 años de historia que cumple hoy.
El 26 de febrero el panorama era desolador, y por delante tenían el Tourmalet. Con la Liga ya tirada (a 16 puntos del líder), debían darle la vuelta a sendos 1-1 en Copa del Rey y Champions League para no firmar una temporada en blanco (excepto la Supercopa de España).
Pues bien, en apenas siete días los merengues han conquistado el Camp Nou y Old Trafford. Además, entre las dos eliminatorias lograron una valiosa victoria, y con los suplentes, ante un desconocido Barcelona, que les ha permitido recortar la enorme distancia que les separaba a 13 puntos.
Tres victorias con un claro triunfador: José Mourinho. Nunca se le reconocerá como se merece, pero ya le echaremos de menos, tiempo al tiempo. El técnico ha sido capaz de cambiar el chip de sus jugadores. Muchos fueron los que dieron por muerto a este equipo, tras los vergonzosos encuentros en Pamplona y Granada. Decían los más osados que Florentino Pérez debía planificar la próxima temporada, pensar en un nuevo capitán para el barco. Ahora éstos esperan escondidos.
El futuro próximo es prometedor para los de Chamartín: claros favoritos en la final de Copa que disputarán en mayo ante el Atlético de Madrid, y candidatos a alzar la orejona junto al Bayern Munich y al Barcelona (si los de Roura son capaces de remontar la semana que viene ante el Milán).
No es menos cierto que el regustillo que nos dejó ayer el partido no fue, ni mucho menos, el mejor. El Madrid, hasta la injusta expulsión de Nani, no supo en ningún momento penetrar la férrea defensa planteada por Sir Alex Ferguson. Y como el Barça hace unos días, parecía no saber qué hacer con tanta posesión de balón.
No fue el mejor encuentro de Cristiano Ronaldo, abrumado quizás por el ambiente del Teatro de los Sueños. Y es que el astro portugués no quiso hacer sangre en su segunda casa, y pareció conformarse con materializar el tanto que les daba el pase a cuartos.
Özil dejó un único destello en todo el encuentro, eso sí, canela fina. Un sutil taconazo (emulando al de Redondo años atrás) que dejó en una inmejorable posición a Higuaín, para que éste asistiera a su vez con un preciso pase a CR7, quien puso el 1-2 definitivo en el marcador.
Incluso la defensa estuvo endeble, Varane y Ramos tuvieron errores impensables en partidos anteriores, y Coentrao y Arbeloa demostraron una vez más la poca profundidad en las bandas.
El gol del Manchester y la inesperada lesión de Di María obligaron a Mourinho a tirar del plan B.  El primero en salir del banco fue Kaka, que sigue intentando recuperar su mejor fútbol, aunque de momento sigue muy lejos. El segundo recambio fue el denostado Luka Modric. Y el croata apareció cuando ya nadie le esperaba. Hasta ayer no había justificado ni uno sólo de los 30 millones de euros (más variables) que costó el pasado verano. Hoy parece hasta barato.
Cabe destacar también la gran labor de Diego López, un seguro bajo los palos durante los 90 minutos, que recordó a sus mejores tiempos en el Villarreal.
El juego no fue el mejor, y la polémica arbitral está ahí. Pero al final lo importante era pasar, fuera como fuese. Y el sueño de la Décima sigue aún intacto.