Intento hacer memoria, pero no recuerdo una semana tan redonda para el Real Madrid en sus 111 años de historia que cumple hoy.
El 26 de febrero el panorama era desolador, y por delante tenían el Tourmalet. Con la Liga ya tirada (a 16 puntos del líder), debían darle la vuelta a sendos 1-1 en Copa del Rey y Champions League para no firmar una temporada en blanco (excepto la Supercopa de España).
Pues bien, en apenas siete días los merengues han conquistado el Camp Nou y Old Trafford. Además, entre las dos eliminatorias lograron una valiosa victoria, y con los suplentes, ante un desconocido Barcelona, que les ha permitido recortar la enorme distancia que les separaba a 13 puntos.
Tres victorias con un claro triunfador: José Mourinho. Nunca se le reconocerá como se merece, pero ya le echaremos de menos, tiempo al tiempo. El técnico ha sido capaz de cambiar el chip de sus jugadores. Muchos fueron los que dieron por muerto a este equipo, tras los vergonzosos encuentros en Pamplona y Granada. Decían los más osados que Florentino Pérez debía planificar la próxima temporada, pensar en un nuevo capitán para el barco. Ahora éstos esperan escondidos.
El futuro próximo es prometedor para los de Chamartín: claros favoritos en la final de Copa que disputarán en mayo ante el Atlético de Madrid, y candidatos a alzar la orejona junto al Bayern Munich y al Barcelona (si los de Roura son capaces de remontar la semana que viene ante el Milán).
No es menos cierto que el regustillo que nos dejó ayer el partido no fue, ni mucho menos, el mejor. El Madrid, hasta la injusta expulsión de Nani, no supo en ningún momento penetrar la férrea defensa planteada por Sir Alex Ferguson. Y como el Barça hace unos días, parecía no saber qué hacer con tanta posesión de balón.
No fue el mejor encuentro de Cristiano Ronaldo, abrumado quizás por el ambiente del Teatro de los Sueños. Y es que el astro portugués no quiso hacer sangre en su segunda casa, y pareció conformarse con materializar el tanto que les daba el pase a cuartos.
Özil dejó un único destello en todo el encuentro, eso sí, canela fina. Un sutil taconazo (emulando al de Redondo años atrás) que dejó en una inmejorable posición a Higuaín, para que éste asistiera a su vez con un preciso pase a CR7, quien puso el 1-2 definitivo en el marcador.
Incluso la defensa estuvo endeble, Varane y Ramos tuvieron errores impensables en partidos anteriores, y Coentrao y Arbeloa demostraron una vez más la poca profundidad en las bandas.
El gol del Manchester y la inesperada lesión de Di María obligaron a Mourinho a tirar del plan B. El primero en salir del banco fue Kaka, que sigue intentando recuperar su mejor fútbol, aunque de momento sigue muy lejos. El segundo recambio fue el denostado Luka Modric. Y el croata apareció cuando ya nadie le esperaba. Hasta ayer no había justificado ni uno sólo de los 30 millones de euros (más variables) que costó el pasado verano. Hoy parece hasta barato.
Cabe destacar también la gran labor de Diego López, un seguro bajo los palos durante los 90 minutos, que recordó a sus mejores tiempos en el Villarreal.
El juego no fue el mejor, y la polémica arbitral está ahí. Pero al final lo importante era pasar, fuera como fuese. Y el sueño de la Décima sigue aún intacto.

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