lunes, 31 de diciembre de 2012

La Bomba atómica





Booooooommmmba, sensual, un movimiento sensual, sensual, un movimiento muy sexy…Los versos del poeta King África me venían ayer a la cabeza cada vez que Juan Carlos Navarro anotaba un tiro inverosímil, y fueron muchos.
El Real Madrid, único equipo invicto hasta la fecha, con 14 victorias, visitaba el Palau Blaugrana para medirse al Barcelona Regal, que se jugaba el acceso a la Copa del Rey de principios de febrero en Vitoria. El encuentro tenía pues todos los alicientes, y alguno más, que puede tener un Clásico.
Y no decepcionó. Fue de toma y daca, con los ataques brillando claramente por encima de las defensas. Un juego que a priori beneficiaba a los blancos, pero el resultado al final se decantó por el lado blaugrana gracias una muñeca, la de la Bomba Navarro.
El de San Feliu de Llobregat realizó un partido perfecto: 33 puntos, con un solo fallo en el tiro (7/8 en tiros de dos, 5/5 en triples y 4/4 en libres), 6 rebotes y 3 asistencias, para un total de 44 puntos de valoración (su mejor marca en los 529 encuentros que ha disputado en la liga). Sin duda, un paso al frente en el momento más complicado de la temporada.
Navarro, como otros muchos jugadores, no será lo suficientemente valorado hasta que dejemos de verle por la cancha, enchufando una detrás de otra. Hablamos de un tirador superlativo, el mejor de Europa en la última década, cuyo único lastre es haber compartido época con su amigo Pau Gasol.
En su corto periplo por las Américas no dejó huella. Seguramente porque sus características de juego no son las mejores para disputar 82 partidos, como mínimo, cada temporada. Sin embargo, siempre ha dado la talla cada vez que con España se ha enfrentado a los mejores tiradores de EEUU, y casi siempre se ha impuesto en el duelo individual.
Es un jugador que te mata, que te castiga una y otra vez sin piedad. No hay defensa en el mundo que pueda hacer frente al bombardeo continuo al que te somete. Aprovecha cualquier centímetro para fabricarse su propio tiro, y una vez que lo ha hecho, solo queda oír el sonido de la cesta.
Volviendo al derbi de ayer, fue un encuentro perfecto para crear afición. La Liga Endesa ha tomado nota de la NBA y la Premier League, que llenan estos días festivos de partidos oficiales. Unas fechas tan señaladas que son perfectas para ver a familias enteras en el pabellón o en el estadio disfrutando con el juego de su equipo.
Hace unos años la ACB tocó fondo. A pesar de que la ÑBA era la única selección que podía hacer frente al Dream Team, las audiencias de la competición nacional eran paupérrimas, apenas los familiares de los jugadores se reunían en sus casas para seguir los partidos. Pues a base de cambiar constantemente los horarios y de probar cosas nuevas, como poner encuentros en navidades, han logrado dar la vuelta a la situación. La retransmisión de ayer la siguieron por TVE una media de casi 2 millones de espectadores.
No podemos decir lo mismo de la Liga Profesional de Fútbol. Día tras día vemos como los estadios se vacían y nadie pone soluciones. Todo lo contrario, se ponen obstáculos, como poner partidos los lunes, los viernes, por la mañana, por la noche, todas las decisiones en detrimento del espectador. Eso sí, los pobrecillos de los jugadores, que cobran millones de euros, pasan las navidades con sus familias.
Para aumentar el interés en España por el deporte de la canasta también ha influido el buen momento de los dos grandes clubes nacionales. Tanto Real Madrid como Barcelona Regal aparecen en todas las quinielas para ganar esta temporada la Euroliga.
Los culés han mantenido el bloque de los últimos años. Su comienzo liguero ha sido muy decepcionante, muy lejos de su participación en la competición europea. Y los merengues han conseguido, por fin, una plantilla profunda y compensada.
La impresión que deja el Clásico es que para el Madrid fue un día más en la oficina, donde todas sus piezas encajaron perfectamente, mientras que el Barcelona necesitó al mejor Navarro para ganar. Pero el 7 de España y 11 del Barça tiene ya 32 castañas, y parece evidente que no va a poder mantener este nivel a lo largo de toda la temporada.
Los de Laso perdieron ayer una batalla, pero no la guerra. Merengues y culés se volverán a ver las caras en el 2013 y con muchas cosas más en juego.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

The Special One





No encuentro mejor momento para romper una lanza por José Mourinho. La temporada del Real Madrid, a día de hoy, es decepcionante, cuanto menos. Los blancos han perdido la Liga ya en diciembre, están al borde de la eliminación en la Copa del Rey, y han pasado más apuros de los previstos para acceder a los octavos de final de la Champions League como segundos de grupo.
Muchos son los que llevan más de dos años esperando este momento para atizar sin miramientos al técnico portugués, desde culés y colchoneros, hasta periodistas y madridistas.
Lo de los archirrivales, bien sean vecinos o catalanes, parece normal. A nadie le gusta tener a los mejores en el bando contrario.
Respecto a los periodistas es hasta lógico. Desde su llegada a Madrid el de Setúbal ha concedido entrevistas a medios de comunicación de toda Europa, y sin embargo, sus apariciones en radios, televisiones y periódicos españoles son esporádicas, prácticamente inexistentes. Quizás sea por la cantidad de falacias que éstos se han inventado sobre el vestuario blanco.

En cuanto a los madridistas, nunca llueve al gusto de todos. Unos prefieren técnicos títeres, que ni pinchan ni cortan en la plantilla y que son manejados a su antojo por los jugadores, y otros se decantan por sargentos de hierro que pongan firmes a sus soldados.
Que Mourinho despierta amores y odios a partes iguales no es nada nuevo. Y con el mal arranque de temporada la balanza se ha inclinado claramente hacia los aspectos negativos.
El año parece perdido, y es que a perro flaco, todo son pulgas. A las lesiones de jugadores importantes como Higuaín y Marcelo, hay que sumar los múltiples errores defensivos a balón parado. Aunque el mayor de los sueños para los madridistas sigue aún intacto: la décima. Y si alguien es capaz de devolver la mentalidad ganadora a este equipo es José Mourinho.
El 28 de mayo de 2010 se hacía oficial su fichaje por el Real Madrid tras el triplete cosechado con el Inter de Milán. Florentino Pérez le encargó varias misiones: pasar de octavos en la máxima competición europea seis años después, acabar con la sequía en la Copa del Rey que duraba 18 años, y sobre todo, romper la hegemonía del Barça, que por entonces lo ganaba todo.
Se puede dudar de sus formas, pero no de sus innumerables méritos hasta la fecha. Otra de sus virtudes es que dice verdades como puños. Por ejemplo, que la cantera está para surtir de jugadores a la primera plantilla, y no para hacer un digno papel en la Liga Adelante. Algo que parece de cajón, pero que nadie se ha atrevido a comentar hasta esta temporada.
Gracias a él también el club se ha desprendido de rémoras como Jorge Valdano, cuya única función era hablar y hablar después de los partidos hasta exasperar al espectador.
Al final, todo parece indicar que el luso se marchará al final de temporada, o antes. Los periodistas, ávidos de una entrevista con él que nunca llegará, conseguirán su objetivo gracias a su constante persecución. Como ya hicieron en su día con Manuel Pellegrini, y al que por cierto ahora elevan a los altares del fútbol con su Málaga.
Como sustitutos suenan Löw, Rafa Benítez, Wenger o Ancelotti, todos ellos de un nivel o dos por debajo de Mou. Incluso los más osados se atreven a citar a Toril, aunque suene a broma pesada. Veremos entonces si el Madrid se mantiene en la élite futbolística, o si se pasa otro largo periodo en la mediocridad. Aunque eso sí, con el famoso señorío intacto.

lunes, 10 de diciembre de 2012

La pasión turca






Tócala otra vez, Mesut. Echándole algo de imaginación cinematográfica, esas pudieron ser las palabras que Cristiano Ronaldo susurró a Mesut Özil segundos antes del gol de la victoria el sábado en Valladolid. Pero seguramente al portugués Ingrid Bergman le suene a tenista sueca, y Casablanca a la residencia actual de Barack Obama. 

Corría el minuto 71, y el Madrid había neutralizado los dos tantos de Manucho, tras sendos errores defensivos a balón parado, una vieja costumbre en el club de Chamartín. Asomaba pues un mísero empate en Pucela, y la Liga se acercaba otro paso más a Barcelona. Fue entonces cuando el colegiado pitó una falta al borde del área. Al instante todas las miradas y cámaras se centraron en CR7. Su tremenda y extraña efectividad a balón parado en el último derbi le situaba como lanzador.

Sorprendentemente Ronaldo dejó de lado su egoísmo y su lucha personal con Messi, quizás dando por hecho que el argentino batiría un día después el estratosférico récord de Gerd Müller, del que por fin nos podemos olvidar. Una generosidad digna de Premio Nobel de la Paz (por mucho menos se lo han otorgado hoy a la UE y hace tres años a Obama). Anteponer el bien del equipo al personal, sin duda, una virtud que ha incorporado este año Cristiano a su extenso repertorio. Se acercó sigilosamente a Özil y le pidió que ganase los tres puntos.

Dicho y hecho, el 10 dio un sutil pase a la red, previo paso por el larguero. Una definición como las de antaño, que bien hubiesen firmado José Luis Zalazar o Milinko Pantić. Un lanzamiento que fue el colofón a su gran partido. Era su quinto gol de falta directa con la camiseta blanca en 15 lanzamientos, muy por encima de la estadística de Cristiano, con 10 tantos en 155 intentos de merengue.

El de Gelsenkirchen es el termómetro del Madrid, maneja el tempo de tres cuartos para arriba, es el encargado de encender la mecha de la dinamita. Cada partido crece su entendimiento con Cristiano, y, sobre todo, con Benzema. Basta con ver la jugada que ambos dibujaron con escuadra y cartabón, y que facilitó el segundo gol en el José Zorrilla.

En el momento más crítico de la temporada, tras la derrota en Sevilla ante el Betis y al no conseguir la primera plaza en su grupo europeo, el alemán ha cogido las riendas del equipo con tres goles en las dos últimas jornadas. Con Kaká más fuera que dentro y con Modric en pleno proceso de adaptación, Özil será el encargado de manejar el ataque blanco durante las próximas temporadas. Su único punto débil es la regularidad, talento le sobra por los cuatro costados, casi tanto como fealdad.

En el debe del conjunto dirigido por José Mourinho hay que apuntar la nefasta defensa de las jugadas a balón parado. Es incomprensible que teniendo a los dos mejores centrales del mundo encajen la mitad de los goles en el campeonato liguero en jugadas de estrategia. 

Con la Liga casi tirada por la borda, el único objetivo a corto plazo es coger para el mes de marzo la forma adecuada, la que les llevó a batir todos los récords la pasada temporada. Para eso, será imprescindible que Mesut la toque otra vez.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Más de lo mismo...






Decía Miguel Ángel Gil Marín antes del partido del sábado, que ya lo habían ganado. El mandamás rojiblanco se refería al bochornoso espectáculo preparado por Diego Pablo Simeone la mañana del derbi madrileño. Un entrenamiento abierto al público en el Vicente Calderón al que acudieron más de 20.000 seguidores. Los mismos, y alguno más, que seguramente se sintieron defraudados solo unas horas después.

Los defensores acérrimos del entrenador argentino aseguran que con este esperpento pretendía que la afición transmitiese energía positiva a sus jugadores, para que estos saliesen enchufados al encuentro y con una sola cosa en la cabeza: romper con la historia, con la supremacía de los merengues.

15 minutos les duró la energía positiva. Ese es el tiempo que tardaron en pasar de un estado de euforia máxima a una nueva decepción, de soñar con una victoria ante el eterno rival a darse de bruces con la realidad, con la enorme diferencia que hay a día de hoy entre ambos equipos. El gol de Cristiano tiró por la borda todos sus planes, ahí se acabó el partido.

Y eso que se enfrentaron a un Madrid simplón, con Di María y Ozil en su peor momento físico, con Benzema prácticamente desaparecido, y con los laterales centrados única y exclusivamente en las tareas defensivas. El que sí se presentó a la cita fue CR7, con él bastó para doblegar al Atleti por enésima vez.

El Tigre fue enjaulado y amordazado por los domadores Ramos y Pepe. Al resto de jugadores les quedó grande el partido, posiblemente intimidados por los datos históricos. Confundieron intensidad con juego sucio, y si acabaron con once jugadores en el campo fue gracias a la benevolencia del colegiado. Hasta Diego Costa, más pendiente de las marrullerías que de otra cosa, se fue del Bernabéu sin ser ni siquiera amonestado.

También faltó respuesta desde el banquillo. Simeone ni se inmutó ante la ineficiencia de su equipo, parecía ensimismado con los cánticos del Fondo Sur sobre su supuesta cornamenta. Y los cambios que introdujo, ya con el 2-0 en el marcador, para nada cambiaron la pésima imagen.

Este año no había excusa a la que aferrarse, la mala suerte o el árbitro podían servir como justificaciones en otros derbis, pero en este no. El sábado todo el mundo fue testigo de lo ocurrido, que el Atlético fue el rival más flojo que ha pasado esta temporada por el Santiago Bernabéu. Hasta el Alcoyano, con su famosa moral a cuestas, puso en más aprietos a Adán la semana pasada. Daba la impresión de que si el partido se hubieses alargado unas cuantas horas, la portería del Madrid seguiría a cero.

Muchos se llevaban las manos a la cabeza al enterarse de que ni Falcao ni el Cholo estaban entre los finalistas a mejor jugador y entrenador del año. Decían que el colombiano estaba a la altura de Messi, Iniesta y Crisitano, y el argentino a la de Del Bosque, Guardiola y Mou. Pues bien, visto lo visto el sábado sobran motivos para justificar su no inclusión en sendas listas.

Tras el partido los colchoneros se apresuraron a quitar hierro al asunto. Que si aún estaban por delante de los blancos (cuestión de días), que si su objetivo es entrar en Champions. Pero la realidad es bien diferente, durante la semana previa al derbi nos hemos hartado a escuchar que eran capaces de luchar la Liga al Barcelona, y de vencer, por fin, en territorio hostil.

Era el momento de dar el golpe en la mesa. Nadie duda del temporadón de los colchoneros, y la cantidad de elogios que han recibido estos primeros meses de competición están más que justificados. Pero ahora es momento de hacer autocrítica. Cómo es posible que ante el encuentro más importante de la temporada, para ellos, sean incapaces de generar algo de juego.

Y la estadística suma y sigue. Ya son más de 13 años sin vencer al “eterno rival”. El último triunfo colchonero fue un siglo atrás, el 30 de octubre de 1999, precisamente la temporada del descenso a Segunda División. 

El balance de los últimos 24 derbis deja en evidencia la hegemonía de los de Chamartín: 18 victorias y 6 empates, con 52 goles a favor y solo 15 en contra. Además, llevan 9 enfrentamientos consecutivos ganados, 7 de ellos con Mourinho en el banquillo. Sin embargo, el Cholo no ha sido capaz de ganar a los blancos, ni como jugador ni como entrenador.

Los colchoneros tiene una nueva cita marcada en el calendario: el 27 o 28 de abril. El partido de vuelta en el Vicente Calderón que puede poner fin a la racha. Soñar es gratis, si no más de alguno estaría arruinado.