Lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a ascender al Olimpo del baloncesto. LeBron James ya tiene un anillo de campeón de la NBA para cada mano. A priori parecía un camino de rosas, pero al final ha terminado por convertirse en un tortuoso trayecto, casi con final trágico.
Los inocentes Milwaukee Bucks
fueron su primera víctima, les siguieron los combativos Chicago Bulls sin su
toro principal (Derrick Rose), que presumiblemente
volverá a deleitar al United Center en octubre. Ya en las finales del Este se enfrentaron
a unos cada vez más rudos y competitivos Indiana Pacers. Allí Roy Hibbert y David West abusaron del débil juego interior de Miami y consiguieron
forzar un séptimo partido, en el que no tuvieron ninguna opción. Y en su
tercera final consecutiva el rival era San Antonio Spurs, que buscaba su quinto
anillo en quince años.
Volvían los fantasmas del pasado
y LeBron tenía que enfrentarse con su verdugo en 2007, el conjunto que barrió a
sus Cleveland Cavaliers. Los texanos podían convertirse en su particular bestia
negra, como en su día lo fueron los Detroit Pistons para Michael Jordan. Pero al final, ni uno ni otro.
No comenzó bien la serie para los
Heat. Las victorias se alternaban, con los Spurs golpeando primero. En este contexto
la final llegó a Florida con 3-2 para los de Gregg Popovich. Por entonces, James lideraba a su equipo en todas
las estadísticas, o casi todas, pero su imagen no era la de la temporada
regular. Aquel jugador dominante había dejado paso a otro más solidario que
pretendía involucrar a sus compañeros. Sabía que sin ellos no lo podía lograr,
y no se equivocaba.
En el sexto por fin cogió las
riendas, sin exagerar tampoco. Pero parecía que sus esfuerzos iban a quedar en
balde; cinco puntos abajo y menos de un minuto por jugar, todo hacía presagiar
una nueva debacle del Big Three y una nueva victoria de los Spurs. Sería el éxito
de formar un equipo campeón frente al fracaso de lograr una plantilla a golpe
de talonario.
Sin embargo el final del
encuentro fue kafkiano para San Antonio. Un triple de LBJ a la desesperada, tras
haber fallado antes varios intentos, sumado a una concatenación de malos
ataques, hacía prever un final de infarto. La gota que colmó el vaso fue la extraña
decisión de Pop de sentar en el banquillo a un cansado Tim Duncan en defensa; una decisión que permitió a un desaparecido Chris Bosh coger un rebote de oro, tras
un nuevo error de LeBron, para asistir al mejor triplista de la historia, Ray Allen. El resultado fue un tiro
perfecto, de los que se deben enseñar en las escuelas, de los que parecen que
es imposible que el balón no acabe acariciando la cesta. Tres puntos que bien
han justificado su fichaje el pasado verano.
La temporada se iba a decidir en
el séptimo partido, donde los niños dejan paso a los hombres. Y ahí "The Chosen One" se mueve como
pez en el agua. Llegaba como el jugador con más promedio de puntos en los
partidos decisivos en toda la historia de la liga.
En total fueron 37 puntos, 12
rebotes y 4 asistencias, y lo que es más importante, anotó los tiros que
sentenciaron el anillo. Lo que todo el mundo le pedía, y lo que los más críticos
le recriminaban. Fueron lanzamientos de 5 o 6 metros que dejaron claro la confianza
de LeBron, su superioridad sobre el resto. “Los
que cuestionaron mi liderazgo ya tienen la respuesta” decía tranquilo al
término del encuentro.
2 títulos (2012 y 2013), 2 MVP en
las finales (2012 y 2013), 4 MVP en temporada regular (2009, 2010, 2012 y
2013), 9 veces All Star (2005-2013), Rookie del año en 2004. Un palmarés del
que pocos pueden presumir, ninguno de ellos en la actualidad. Pero él quiere
más, más títulos individuales, y sobre todo más anillos. Para ello debe mejorar,
aunque parezca imposible. Públicamente ha dicho que quiere superar el 80% en
tiros libres, y posiblemente también pretenda conseguir el único premio que se
le ha escapado esta temporada, el de mejor defensor del año.
Hace tres años Pat Riley juntó en Miami al Big Three,
y muchos eran los que pensaban que había demasiados gallos en el corral, que
eso era difícil de gestionar, y que desde luego Erik Spoelstra, con escasa experiencia, no era el entrenador más
adecuado. Ahora no hay duda de que Coach Spo es el técnico ideal para continuar
con la hegemonía de los de Florida. No se puede decir lo mismo de Chris Bosh,
que nunca ha terminado de convencer, y que este año ha cavado su propia tumba. Los
medios estadounidenses le colocan fuera del equipo, y la franquicia podría
obtener a cambio un buen jugador, que sin sus números, podría reforzar la débil
zona de los Heat. Suena Greg Oden, número
uno del draft de 2007 que no ha jugado un sólo minuto desde 2009 debido a sus rodillas
de cristal. Aunque no será el único en las quinielas, muchos serán los
jugadores que quieran reforzar esta plantilla para ganar el ansiado anillo.
Sería un insulto no citar en este
post al mejor ala-pivot de la historia de la liga. A sus 37 años, Tim Duncan ha
sido de largo el mejor jugador de su equipo en las finales, con 18,9 puntos y
12,1 rebotes por partido, aunque en el último minuto tuvo en sus manos, en dos
ocasiones, buena parte de la serie. Tras el encuentro aseguró que estos fallos
le atormentarán toda la vida. Pero realmente lo que debe atormentar a "The Big Fundamental" es todo
lo que ha conseguido durante 15 temporadas en la mejor liga del mundo: Rookie
del Año de la NBA (1998), MVP del All-Star Game de la NBA (2000), 2 MVP de la
Temporada (2002 y 2003), 7 veces en el Mejor quinteto defensivo de la NBA, 3
MVP de las Finales (1999, 2003 y 2005), 4 campeonatos de la NBA (1999, 2003,
2005 y 2007), 13 veces All-Star, 14 veces en el Mejor quinteto de la NBA.
El jueves pasado se vivió la
segunda parte del reinado de LeBron James en el baloncesto. Y lo mejor de todo
es que el final quedó abierto. De momento, el rodaje de la tercera comenzará en
octubre.
