lunes, 24 de junio de 2013

No hay dos sin tres




Lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a ascender al Olimpo del baloncesto. LeBron James ya tiene un anillo de campeón de la NBA para cada mano. A priori parecía un camino de rosas, pero al final ha terminado por convertirse en un tortuoso trayecto, casi con final trágico.

Los inocentes Milwaukee Bucks fueron su primera víctima, les siguieron los combativos Chicago Bulls sin su toro principal (Derrick Rose), que presumiblemente volverá a deleitar al United Center en octubre. Ya en las finales del Este se enfrentaron a unos cada vez más rudos y competitivos Indiana Pacers. Allí Roy Hibbert y David West abusaron del débil juego interior de Miami y consiguieron forzar un séptimo partido, en el que no tuvieron ninguna opción. Y en su tercera final consecutiva el rival era San Antonio Spurs, que buscaba su quinto anillo en quince años.

Volvían los fantasmas del pasado y LeBron tenía que enfrentarse con su verdugo en 2007, el conjunto que barrió a sus Cleveland Cavaliers. Los texanos podían convertirse en su particular bestia negra, como en su día lo fueron los Detroit Pistons para Michael Jordan. Pero al final, ni uno ni otro.

No comenzó bien la serie para los Heat. Las victorias se alternaban, con los Spurs golpeando primero. En este contexto la final llegó a Florida con 3-2 para los de Gregg Popovich. Por entonces, James lideraba a su equipo en todas las estadísticas, o casi todas, pero su imagen no era la de la temporada regular. Aquel jugador dominante había dejado paso a otro más solidario que pretendía involucrar a sus compañeros. Sabía que sin ellos no lo podía lograr, y no se equivocaba.


En el sexto por fin cogió las riendas, sin exagerar tampoco. Pero parecía que sus esfuerzos iban a quedar en balde; cinco puntos abajo y menos de un minuto por jugar, todo hacía presagiar una nueva debacle del Big Three y una nueva victoria de los Spurs. Sería el éxito de formar un equipo campeón frente al fracaso de lograr una plantilla a golpe de talonario.

Sin embargo el final del encuentro fue kafkiano para San Antonio. Un triple de LBJ a la desesperada, tras haber fallado antes varios intentos, sumado a una concatenación de malos ataques, hacía prever un final de infarto. La gota que colmó el vaso fue la extraña decisión de Pop de sentar en el banquillo a un cansado Tim Duncan en defensa; una decisión que permitió a un desaparecido Chris Bosh coger un rebote de oro, tras un nuevo error de LeBron, para asistir al mejor triplista de la historia, Ray Allen. El resultado fue un tiro perfecto, de los que se deben enseñar en las escuelas, de los que parecen que es imposible que el balón no acabe acariciando la cesta. Tres puntos que bien han justificado su fichaje el pasado verano.


La temporada se iba a decidir en el séptimo partido, donde los niños dejan paso a los hombres. Y ahí "The Chosen One" se mueve como pez en el agua. Llegaba como el jugador con más promedio de puntos en los partidos decisivos en toda la historia de la liga.

En total fueron 37 puntos, 12 rebotes y 4 asistencias, y lo que es más importante, anotó los tiros que sentenciaron el anillo. Lo que todo el mundo le pedía, y lo que los más críticos le recriminaban. Fueron lanzamientos de 5 o 6 metros que dejaron claro la confianza de LeBron, su superioridad sobre el resto. “Los que cuestionaron mi liderazgo ya tienen la respuesta” decía tranquilo al término del encuentro.


2 títulos (2012 y 2013), 2 MVP en las finales (2012 y 2013), 4 MVP en temporada regular (2009, 2010, 2012 y 2013), 9 veces All Star (2005-2013), Rookie del año en 2004. Un palmarés del que pocos pueden presumir, ninguno de ellos en la actualidad. Pero él quiere más, más títulos individuales, y sobre todo más anillos. Para ello debe mejorar, aunque parezca imposible. Públicamente ha dicho que quiere superar el 80% en tiros libres, y posiblemente también pretenda conseguir el único premio que se le ha escapado esta temporada, el de mejor defensor del año.

Hace tres años Pat Riley juntó en Miami al Big Three, y muchos eran los que pensaban que había demasiados gallos en el corral, que eso era difícil de gestionar, y que desde luego Erik Spoelstra, con escasa experiencia, no era el entrenador más adecuado. Ahora no hay duda de que Coach Spo es el técnico ideal para continuar con la hegemonía de los de Florida. No se puede decir lo mismo de Chris Bosh, que nunca ha terminado de convencer, y que este año ha cavado su propia tumba. Los medios estadounidenses le colocan fuera del equipo, y la franquicia podría obtener a cambio un buen jugador, que sin sus números, podría reforzar la débil zona de los Heat. Suena Greg Oden, número uno del draft de 2007 que no ha jugado un sólo minuto desde 2009 debido a sus rodillas de cristal. Aunque no será el único en las quinielas, muchos serán los jugadores que quieran reforzar esta plantilla para ganar el ansiado anillo.

Sería un insulto no citar en este post al mejor ala-pivot de la historia de la liga. A sus 37 años, Tim Duncan ha sido de largo el mejor jugador de su equipo en las finales, con 18,9 puntos y 12,1 rebotes por partido, aunque en el último minuto tuvo en sus manos, en dos ocasiones, buena parte de la serie. Tras el encuentro aseguró que estos fallos le atormentarán toda la vida. Pero realmente lo que debe atormentar a "The Big Fundamental" es todo lo que ha conseguido durante 15 temporadas en la mejor liga del mundo: Rookie del Año de la NBA (1998), MVP del All-Star Game de la NBA (2000), 2 MVP de la Temporada (2002 y 2003), 7 veces en el Mejor quinteto defensivo de la NBA, 3 MVP de las Finales (1999, 2003 y 2005), 4 campeonatos de la NBA (1999, 2003, 2005 y 2007), 13 veces All-Star, 14 veces en el Mejor quinteto de la NBA.


El jueves pasado se vivió la segunda parte del reinado de LeBron James en el baloncesto. Y lo mejor de todo es que el final quedó abierto. De momento, el rodaje de la tercera comenzará en octubre.

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