domingo, 28 de octubre de 2012

Ring James




Lebron James hizo su primera aparición en la NBA el 29 de octubre de 2003 ante Sacramento Kings con 25 puntos, 6 rebotes, 9 asistencias y 4 robos. Era el debut soñado del jugador que estaba llamado a ser el dominador absoluto de este deporte durante los próximos años. Uno más en la lista de los nuevos Michael Jordan.
Entre los logros que ha conseguido en la liga está el de batir absolutamente todos los récords de anotación, en cuanto a precocidad, y sobre todo el de conseguir tres MVPs. Sin embargo, muchos fueron los que le acusaron de anteponer sus éxitos individuales a los del equipo. Y eso que él solito consiguió en el 2007 llevar a una ciudad insulsa e insípida como Cleveland a las Finales de la NBA por primera vez en su historia. A pesar sus 22 añitos, sus números fueron más que aceptables (22 puntos, 7 rebotes y 6,8 asistencias), aunque ni mucho menos sirvieron para evitar que San Antonio Spurs, dirigidos por Coach Pop y liderados por Duncan, Parker y  Ginobili, se llevara el título por un contundente 4-0.
Tres años después de la derrota James seguía estancado en Cleveland. Temporada tras temporada intentaron buscarle una plantilla a su medida, pero ni siquiera fueron capaces de volver a otra final. Fue entonces, cuando tras acabar contrato tomó la famosa “decisión”. No hace falta decir que era el agente libre más cotizado del mercado, y que toda franquicia con aspiraciones buscó hacerle un hueco, era la guinda que todos querían incorporar a su plantilla.
Sus grandes opciones eran, en un principio, seguir en Cleveland (para que no le acusasen de abandonar el barco) o convertirse en un knickerbocker. En la temporada anterior cada vez que visitaba la Gran Manzana todo el MSG coreaba su nombre en señal de que la ciudad le esperaba con los brazos abiertos. Incluso llegó a sonar también New Jersey Nets, por su amistad con Jay Z.
Pero fue tras un esperpéntico espectáculo televisivo cuando dijo que optaba por el camino fácil para conseguir el ansiado anillo: Miami Heat. Pat Riley conseguía así formar un equipo de estrellas con LJ, Bosh y Wade (lo mejor del draft de 2003, salvo Melo), como ya hiciera en 2007 Danny Ainge juntando en Boston a Pierce, Garnett y Allen.
En una primera temporada llena de altibajos se colaron en la final contra Dallas. Pero un irreconocible Lebron fue incapaz de evitar la derrota, vio tan cerca el título que se encogió. Era la segunda vez que se quedaba a las puertas del anillo, y la leyenda del cagón crecía a marchas forzadas. Por entonces, el de Akron era un jugador dominante, nadie dudaba de su portentoso físico, de su talento y polivalencia, pero sin campeonato no había reconocimiento.
La segunda temporada de “The Chosen One” en el sur de Florida era clave, no podía sumar un enésimo fracaso. Cuando más presión existía sobre él, cuando más escuchaba en su cabeza las risas de sus críticos por perder una hipotética tercera final, dio el paso más importante de su carrera. Pensó que no se le podía escapar otra final más y promedió 28,6 puntos, 10,2 rebotes y 7,4 asistencias para batir a los Thunder de Durant, el único que a día de hoy puede hacerle sombra.
El martes recibirá Lebron James de manos de David Stern su primer anillo de campeón de la NBA. A partir de ese día se despojará de la rémora que ha llevado consigo todos estos años, ese obstáculo que le ha tenido cohibido hasta ahora. Desde entonces, nada será igual, el King ya no tiene límites, tiene todo el futuro por delante para convertirse en lo que él quiera.

Cualquier comparación es odiosa

Desde que Lebron consiguió su primer título de la NBA, Barkley, Pippen, o el Maestro Zen (Phil Jackson), entre otros, se han apresurado a decir que Lebron puede superar a Michael Jordan. Nada más lejos de la realidad. Todos ellos deberían lavarse la boca antes de hablar de tal comparación. No existe el debate, porque ningún jugador del mundo (ni siquiera James, ya ni hablamos de Kobe) puede equipararse con Air. Nunca hemos visto, ni veremos, a alguien con la capacidad de dominar un deporte de tal manera.
 A su llegada a Miami Lebron decidió dejar atrás el número 23 de MJ que usaba en Cleveland, seguramente para evitar precisamente estas comparaciones. Desde entonces utiliza el 6 de otro de sus ídolos, Julius Erving. Mucho mejor, donde va a parar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario