domingo, 21 de octubre de 2012

Rudylusión




El 13 de abril de 1995 el Real Madrid levantó en Zaragoza su octava Euroliga de baloncesto. Los 23 puntos y 6 rebotes de Arvydas Sabonis y los 16 tantos de Joe Arlauckas fueron suficientes para que los blancos venciesen 73-61 al Olympiakos. Sólo un año después y guiados otra vez por el inmortal Željko Obradović, los merengues volvieron a la Final Four de París, aunque esta vez cayeron con el Barcelona en semifinales.
Desde entonces, el equipo más laureado de Europa (como en fútbol) no ha vuelto a alzar el máximo título continental. Es más, sólo ha conseguido llegar a otra Final Four, la de 2011 en la ciudad condal, donde fueron apeados de la final por el Maccabi Tel Aviv.
Qué hace pensar que este año sí
El cambio de mentalidad respecto a otras temporadas se podría centrar en una sola figura: Rudy Fernández, el mayor talento puro de toda Europa (que me perdonen el macedonio McCalebb y los últimos MVPs de las finales, los helenos Spanoulis y Diamantidis). Aunque sería terriblemente injusto quedarse exclusivamente en eso, porque Pablo Laso tiene esta temporada en sus manos un puzzle con muchas más piezas, un equipo fetén.
La espectacular progresión de Sergio Rodríguez le ha afianzado en el puesto de base titular. Nadie duda de las cualidades del canario para jugar a este deporte, y posiblemente su único talón de Aquiles sea la defensa. Algo que, sin embargo, sí tiene Draper, una de las nuevas caras para esta campaña. Y no hay que olvidarse de la polivalencia de Llull, al que le ayudaría a mejorar su juego el saber que ya no es la estrella del equipo, como antaño.
Buen refuerzo parece también, a priori, Slaughter. El estadounidense aporta un nivel de intimidación que hace mucho tiempo que no se veía por el Palacio de los Deportes y Vistalegre, a excepción de los meses que pudimos disfrutar de Iblocka.
Mención aparte merece el lujo que supone tener al francotirador Carrol jugando sólo quince minutos por partido. Aunque en ese escueto tiempo, Jaycee es capaz de hacer un roto a cualquier defensa a base de triples.
No quiero dejar de lado, Dios me libre, a Mirotic. El montenegrino desprende talento por los cuatro costados y domina absolutamente todas las facetas del juego, desde los movimientos en el poste, hasta las penetraciones o la visión de juego, sin olvidar los tiros de dos y de tres. Aunque mucho me temo que su futuro no muy lejano está al otro lado del charco.
Para completar el roster (como dicen los americanos) están jugadores que perfectamente podrían ser titulares en cualquier otro club, como Pocius, Suárez o el incombustible Felipe Reyes, al que una vez ya retirado y en el sofá de su casa le seguirán cayendo los balones en las manos.
Quizás el único pero de la plantilla es la falta de un cinco de peso. En este comienzo de temporada los blancos ya han sufrido a Sofo (Schortsanitis de toda la vida), y a su copia barata y desmejorada, el australiano Jawai. Un problema que podría solucionarse con un pequeño parche como el inminente fichaje del brasileño Hettsheimeir, con sus 2,08 metros y sus casi 120 kilos.
Posiblemente el jugador menos acertado en este arranque de temporada es Begic. Si el esloveno no espabila tomará el mismo camino que Tomic (buen regalo-marrón para el máximo rival de los blancos, por lo menos en España). Y es que en el baloncesto los jugadores que en lugar de sangre tienen horchata no tienen cabida.
Por todo esto, el Real Madrid volverá al cetro europeo. Además sus seguidores volverán a vibrar, como en otras épocas, con un juego vistoso, vibrante y de ataque, justo cuando parece que en Europa priman las defensas. Un pequeño oasis dentro del mundo FIBA.
Principales rivales
Pero ojo porque los merengues no están solos y nadie les va a regalar la novena Euroliga. Si en España parece no haber rival para los de Laso, diferente panorama hay en la competición continental. A los siempre temibles y competitivos griegos (Panathinaikos y Olympiakos, últimos vencedores) hay que sumarle el CSKA de Messina, y por supuesto el Fenerbahce, que a golpe de talonario ha juntado a lo mejor del último Montepaschi (Andersen, McCalebb o el entrenador Pianigiani) y buena parte del Panathinaikos (Batiste y Sato). Sin olvidar que tienen el aliciente de convertirse en el primer club otomano en ganar la Euroliga.

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