Es inevitable, no hay nada que hacer, la supuesta mejor liga del mundo se va al garete. Nos ha costado años superar a la Premier League y ahora lo tiramos, bueno lo tiran, todo por la borda. Y para muestra un botón.
Horarios. La Liga BBVA es la única competición del planeta, que yo conozca, en la que nunca coinciden dos partidos a la misma hora. Algo que no tiene ni pies ni cabeza. Dicen los mandamases que así podemos disfrutar de absolutamente todos los encuentros de la jornada. Pero que no nos engañen, el seguidor del Celta, por ejemplo, no se traga un partido del Osasuna, sin apuestas de por medio. Los aficionados siguen los partidos de sus equipos, y como mucho los del Madrid o el Barça, el resto se la refanfinfla. Con estos horarios lo único que consiguen es acabar con los carruseles, con las tardes pegadas al transistor y con los famosos goles en Las Gaunas.
Ir al fútbol es un lujo. Hace poco más de una semana el Madrid jugaba en Dortmund. Parece lógico que el club germano aprovechase la visita de los blancos para poner el precio de las entradas por las nubes. Pero en Alemania no son así, y un Borussia-Madrid de Champions se podía ver en directo en el antiguo Westfalenstadion (ahora llamado Signal Iduna Park) por sólo 15 euros.
Unos días más tarde los de Mou visitaban el Iberostar Estadio (San Moix de toda la vida) para enfrentarse al Mallorca. Y los precios tenían poco o nada que ver, oscilaban entre los 65 y los 135 euros. Será precisamente por eso por lo que da gusto ver los campos de la Bundesliga, y por lo que parece que alguno de los partidos de la liga española se juega a puerta cerrada.
No todo vale por dinero. Hubo un día, no muy lejano, en el que los dirigentes de los clubes pensaban únicamente en sus socios. Ahora los intereses son bien distintos, prima la publicidad, que unos pocos se llenen los bolsillos de billetes.
Los espabilados dirigentes de la liga han optado por poner un encuentro el domingo a las 12 de la mañana, para que lo puedan seguir en el mercado más emergente del mundo, el chino. Pero la verdad es que uno no se imagina a un oriental sentado en un sofá ansioso con el previo de un apasionante Granada-Depor. La última gran ocurrencia que han tenido es llevar la Supercopa de España a China, sin duda un campo neutral, aunque no parece que facilitaría el desplazamiento de las dos aficiones que la disputen.
Otra gran idea, esta por parte de los clubes, es la del cambio continuo de camisetas, cada año una nueva. Da igual la tradición labrada tras cientos de años de historia. Lo que nos permite ver a Messi y compañía vestidos de salmón, de verde cirujano, o la gota que colma el vaso, de pirulo tropical. El Madrid tampoco se queda corto y ha abandonado su segundo color (el morado o azul) por el rojo y el verde. Incluso los patrocinadores ya no tienen nada que ver con los de antes. Empresas como Otaysa, Parmalat, Zanussi o Teka dejan paso ahora a otras de dudosa reputación como Bwin o Qatar Foundation.
Exilio. Es cierto que en la actualidad tenemos a los tres mejores jugadores del planeta (CR7, Messi y Falcao), pero posiblemente dos de ellos nos abandonen en verano. Y es que poco a poco se nota un cambio de tendencia, hace unos años todo futbolista soñaba con emigrar de su país para recalar en España. Ahora pasa todo lo contrario, ahí tenemos los casos de Cazorla, Mata, De Gea, Silva o Borja Valero, que han hecho las maletas para crecer como jugadores. Y eso que todos ellos podrían, y deberían, estar en las grandes plantillas de la liga.
Nos podemos consolar con que la Serie A está aún peor que la nuestra. Pero cuidado, porque con los que organizan nuestra liga no tardaremos en alcanzarles, tiempo al tiempo. Mientras tanto podemos disfrutar de la Premier y de la Bundesliga.

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