Los San Francisco 49ers volvían a una Super Bowl 18 años después. Era su sexta participación en el partido que decide el campeonato; una gran oportunidad para que el trofeo Vince Lombardi volviese a la franquicia que dominó la NFL durante las décadas de los 80 y los 90. Enfrente estaban los Baltimore Ravens, que buscaban su segundo título.
Los de San Francisco empezaron nerviosos, tenían ante sí el reto de romper la larga sequía, y además las principales casas de apuestas les colocaban el cartel de favoritos. Su ataque no fluía, y acumulaban incomprensibles errores en recepciones y placajes. No había ni rastro de sus últimas exhibiciones ofensivas. Los Ravens aprovecharon todos y cada uno de estos errores, dirigidos por un magistral Joe Flacco, para irse con una ventaja de 21-6 al descanso (momento imperial de Beyoncé). Los 49ers tenían por delante el enorme reto de intentar conseguir la mayor remontada en la historia de la Super Bowl.
Cuando se esperaba la reacción de los californianos, llegó un nuevo golpe de los de Maryland en poco más de 12 segundos: Jacoby Jones realizó el retorno más largo (108 yardas) de la historia de la Super Bowl. Se acabó la final, pensaron muchos. A la contundencia del resultado había que sumar la consistencia defensiva de Baltimore, que en semanas anteriores había secado a los mejores quarterbacks de los últimos años (Peyton Manning y Tom Brady). Todo hacía presagiar un segundo campeonato para la ciudad de The Wire.
Fue entonces cuando misteriosamente se fue la luz. El Superdome de New Orleans se quedó prácticamente a oscuras, y el encuentro se suspendió durante más de media hora. El repentino apagón se convirtió en un punto de inflexión y encendió las luces, hasta ese momento fundidas, del ataque de los niners.
De repente, por arte de magia, todas las piezas encajaban y el juego ofensivo comenzó a funcionar. Empezaron a conseguir primeros downs a base de carreras y pases precisos; acciones siempre comandadas por Colin Kaepernick. Al final fue remar para quedarse en la orilla, y se quedaron a apenas tres yardas de consumar la histórica remontada.
Los 49ers se quedaron así a las puertas de igualar a los Pittsburgh Steelers como los más laureados de la historia (con 6 triunfos) y perdieron por primera vez en toda su historia un partido que decidía el título.
Ha nacido una estrella
El 19 de noviembre de 2012 le caía del cielo a Colin Kaepernick su gran oportunidad, su debut como titular en la NFL ante los Chicago Bears. La lesión del indiscutible, por lo menos hasta ese momento, Alex Smith, obligaba a Jim Harbaugh a alinear a este quarterback de segundo año. Poco se sabía de este jugador, abandonado en su infancia, y que en su día tuvo dudas a la hora de elegir entre el fútbol americano y el béisbol.
Kaepernick cumplió sobradamente en los partidos de temporada regular (con un balance de cinco victorias y dos derrotas), llevando a los californianos a los playoffs. Y ahí, donde la mano suele temblar a los novatos, es donde ha explotado el de Milwaukee. En su primer partido de postemporada estableció un nuevo récord de yardas corridas por un quarterback (181 ante Green Bay Packers). Una semana después guió a los suyos a la Super Bowl tras remontar 17 puntos a los Atlanta Falcons.
Colin es un quarterback diferente, como pocos se han visto. Su principal virtud es la versatilidad; se maneja como pocos en el pocket, tiene la tranquilidad necesaria para elegir casi siempre la mejor opción y domina tanto el pase corto como el largo. Pero también corre, como si de un running back se tratase, con la cabeza por delante.
Ayer perdió su primera final, pero seguramente el futuro le deparará otras grandes citas.
Flacco MVP
El MVP fue para Joe Flacco. Un quarterback alejado de los flashes y un tanto insulso a primera vista. No suele ser protagonista de grandes jugadas, ni está en la lista de los mejores en posición, pero sin duda es un jugador muy fiable. Y hasta ayer nunca se le habían reconocido sus numerosos méritos.
Sólo en los partidos de postemporda ha conseguido once pases de touchdown, sin una sola intercepción. Unas estadísticas que ha sido capaz de realizar Joe Montana en 1989, casi nada.
Quizás el único compañero que le pudo competir el galardón de jugador más valioso fue Jacoby Jones. El wide receiver, además del retorno, consiguió otro espectacular touchdown: tras recibir un pase largo cayéndose al suelo, se levantó y llegó a la endzone tras marcharse antes de dos defensores.
Despedida soñada
La Super Bowl de ayer tenía también un punto emotivo para los Ravens, que veían como Ray Lewis jugaba su último encuentro tras 17 temporadas como profesional, todas ellas en Baltimore.
El controvertido linebacker ha estado relacionado siempre con malos tratos a las mujeres. Incluso en enero del año 2000 fue acusado de un doble asesinato y pasó 15 días en la cárcel.
Pero los datos están ahí: participó en trece Pro Bowls, fue elegido seis veces en el equipo ideal de la NFL (1998, 1999, 2000, 2001, 2003, 2004), ganó en dos ocasiones el premio de Mejor Jugador Defensivo (2000 y 2003), y fue designado como MVP de la Super Bowl de 2001.
Elegido como el tercer mejor LB de todos los tiempos, sólo superado por Lawrence Taylor y Dick Butkus, se va como los grandes, ganando su segundo anillo de campeón.
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