Los
conformistas han calificado la actuación de España en el Eurobasket
de Eslovenia como más que aceptable. Consideran que estamos
malacostumbrados con los recientes triunfos de la generación de oro
del baloncesto español, que nos han faltado importantes jugadores
como Pau Gasol o Navarro, que había otras plantillas
mejores que la nuestra, que teníamos un entrenador nuevo que
necesitaba un tiempo para acoplarse. Pues bien, estoy en total
desacuerdo con estos argumentos de perdedor.
Para
mí este tercer puesto es un fracaso. Es verdad que el partido ante
Francia fue una moneda al aire, que podía caer tanto de un lado como
del otro. Pero en ningún momento han parecido un equipo fiable.
Y
eso que el extraño sistema de competición, con dos estúpidas fases
de grupos, nos ha favorecido. Raro es el campeonato en el que a pesar
de perder tres encuentros (Eslovenia, Grecia e Italia), puedes ganar
una medalla, incluso la de oro.
No
hemos aprovechado la superioridad de Marc en la zona. El fallo
ha podido estar en la vulgar pizarra de Orenga, que
ha sido incapaz de fabricar jugadas en ataque al mediano de
los Gasol. Aunque sus propios compañeros tampoco han podido
encontrarle.
No
hemos ganado ningún partido apretado, no hemos sabido competir en
los momentos calientes, cuando el balón quema en las manos. Y así
es muy complicado ganar. Las bajas no sirven de excusa cuando tienes
un bloque de sobra para competir con cualquier selección.
Sí
es cierto que nuestro banquillo daba pena verlo, era el peor en
muchos años. Xavi Rey tiene más pinta de jugar el Seis
Naciones, Mumbrú está para que le hagan el partido de
homenaje, y Claver ya puede
hacerse fotos con los jugadores de la NBA porque no tardará en
volver.
Está
claro que estamos malacostumbrados con el éxito del deporte español,
pero eso no justifica una derrota. Seguramente dentro de 20 años nos
lamentaremos de no haber conseguido un tercer título europeo
consecutivo, algo que sólo han logrado la URSS y Yugoslavia. Donde
unos ven un bonito bronce, yo veo una oportunidad perdida de haber
hecho historia, de marcar una época en el mundo de la canasta.
No
me gustó la falta de liderazgo en los últimos minutos del partido
ante Francia, sobre todo en la prórroga. Ante la gran defensa gala a
Marc Gasol, ningún jugador español decidió coger las riendas en
ataque, por lo que le tocó al Chacho vestirse de Jordan,
y claro, no pudo.
En
el tiempo extra se hizo todo mal. En ataque faltó circulación de
balón y no se consiguieron tiros limpios. Y en defensa, cuando los
franceses estaban tan nublados como nosotros en ataque, cometimos dos
innecesarias faltas sobre Parker, cuatro puntos fáciles, que
decantaron la semifinal para los vecinos.
En
la pasada Eurocopa de fútbol, muchos conformistas pensaron que
España no llegaba en su mejor momento, que no siempre se podía
ganar, y seguramente hubiesen firmado un tercer puesto. Pero hay que
aprovechar los buenos momentos, la inercia positiva, y ganar todo lo
que se pueda ganar. Porque ya tendremos tiempo para echarlo de menos.

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