martes, 15 de enero de 2013

Crónica de un dopaje anunciado






Esta mañana amanecíamos con la noticia: Lance Armstrong reconoce, por primera vez, que utilizó sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento deportivo.
El de Austin rompía anoche, por fin, su silencio ante las acusaciones de dopaje, tanto de la Unión Ciclista Internacional (UCI) como de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA). Y ante quién mejor para confesarse, que ante Oprah Winfrey. El resultado de este encuentro son dos horas y media de grabación que serán emitidas en la madrugada del jueves al viernes (en España se podrá seguir en el canal Discovery Max a partir de las 3 de la mañana).
El 22 de octubre la UCI decidió sancionar de por vida al ciclista estadounidense. Además, le quitó todos los títulos cosechados a partir del 1 de agosto de 1998, incluidos los siete Tours de Francia ganados entre 1999 y 2005. Una decisión basada en un informe de 1.000 páginas que la USADA emitió el pasado mes de agosto y que le acusaba de participar en el "programa de dopaje más sofisticado, profesionalizado y exitoso que ha visto el deporte”.
Varios compañeros, como Floyd Landis o Tyler Hamilton, ya le habían acusado con anterioridad. Incluso se especuló con que George Hincapie, el único ciclista que le acompañó en los siete Tour que ganó, había visto como su amigo se dopó.
Sus defensores decían entonces que nunca había dado positivo en un control antidoping (cierto), y que por lo tanto creían ciegamente en él. Que ya se demostraría que eran acusaciones infundadas. Pero cuando el río suena agua lleva, por lo menos en este caso. Y agua a raudales.
Se ha caído un mito. Durante más de una década nos lo han vendido como un héroe deportivo, un ejemplo de deportividad y de superación personal, un espejo en el que mirarse para los más pequeños. Pero todo era una farsa.
Muchos son los niños que han soñado con ser ciclistas, con igualar o superar las hazañas de Lance. Subir los grandes puertos (Alpe d'Huez, Galibier, Madeleine, Plateau de Beille, Télégraphe, Tourmalet o Mont Ventoux) como sólo el texano lo podía hacer, sin apenas sufrir y aguantando los continuos ataques de sus perseguidores en la clasificación general. Cómo le explican ahora estos padres que este tipo es un tramposo, que el deporte al que se quieren dedicar está podrido.
Según  los medios de comunicación norteamericanos, en la citada entrevista el  ex ciclista amenaza también con tirar de la manta, con dar una lista de compañeros que también recurrieron a la trampa.
Todo sea bienvenido, si se consigue limpiar el ciclismo, que en la actualidad se encuentra en el ocaso, y que durante mucho mucho tiempo ha estado en lo más alto, con rivalidades antológicas (Bartali-Coppi, Merckx-Ocaña, Anquetil-Poulidor, Indurain-Chiappucci, Armstrong-Ullrich). Hombres que luchaban por la victoria con solo una bicicleta de por medio.
Lo peor no es el engaño, el intentar ganar por el camino fácil. Tampoco lo es todo el rédito que ha sacado con esto: dinero, premios y reconocimientos que ha recibido injustamente. Lo imperdonable es el daño irrecuperable que ha hecho a este deporte. Nos hizo pensar, durante mucho tiempo, que lo que hacía era posible, que teníamos delante al mejor ciclista de la historia. Al final, se ha descubierto el pastel.


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