El pasado viernes la Federación Internacional de
Historia y Estadística del Fútbol elegía a Iker Casillas como mejor
portero del mundo por quinto año consecutivo. Dos días después, José
Mourinho convirtió su envite de La Rosaleda en todo un órdago. El ídolo del
madridismo se quedaba de nuevo fuera del once, y el Santiago Bernabéu dictó
sentencia: pitos para el técnico y atronadora ovación para el guardameta.
Pero el entrenador luso, por encima de todo, quiere
ganar la Décima (la tercera en su cuenta particular). Y si para ello tiene que
sentar al mejor cancerbero del planeta, para que éste reaccione y vuelva a su
mejor versión, lo hará. Le pese a quien le pese. Que Iker es el mejor portero
de la plantilla merengue es incuestionable, casi lo mismo como que el de
Móstoles no estaba ni mucho menos en su mejor temporada. El mal arranque
liguero no se puede achacar a sus fallos, pero algún punto sí que ha volado con
algunas de sus dudosas salidas.
Volvamos al partido, que me lío. Las cosas empezaron
de cara para los blancos, y muy pronto Benzema abrió la lata. Fue
entonces cuando lo que parecía un encuentro plácido, perfecto para
reconciliarse con la afición, se convirtió en todo lo contrario. Adán,
tras un fallo con los pies (curiosa coincidencia), cometió penalti sobre Vela.
Para más inri, el árbitro expulsó al inexperto portero.
No podía ser verdad, el castigado capitán tenía que
salir al rescate. El perfecto guión cinematográfico se podía cerrar con El
Santo deteniendo la pena máxima. Pero no pudo ser, nuestro gozo en un pozo. Xabi
Prieto puso el empate en el marcador, y el Madrid tenía que afrontar 80
minutos de partido con un jugador menos. Una vez más, tocaba la heroica.
Y así fue, pero de la manera más anárquica posible.
Con las bajas de Sergio Ramos, Pepe, Coentrao y Marcelo,
la defensa era un cuadro, de risa. Varane compartía centro de la zaga
con Carvalho, que a priori no entraba en los planes de Mou esta
temporada. Curiosamente el portugués, aunque empezó algo desorientado, acabó
siendo de los mejores del encuentro. Por su parte el multiusos Essien
ejerció de lateral derecho, y desplazó al izquierdo a Arbeloa. Síntoma
de esta inédita defensa, que seguramente no ha coincidido ni en las pachangas
de Valdebebas., fue el hat trick de Xabi Prieto, que hasta el encuentro de ayer
sólo había anotado un tanto en La Liga.
Con el cambio de Callejón, todos tuvieron que
sacrificarse en defensa, y los ataques se centraban en la conexión Ronaldo-Benzema-
Özil, y con las llegadas del tanque Kedhira. El encuentro también nos
dejó la vuelta de Higuaín. Al argentino, que lógicamente está falto de
ritmo después de la lesión, le dio tiempo a fallar su enésimo mano a mano.
Pero en medio del desorden, justo cuando el equipo
necesitaba un auténtico líder, apareció CR7. El que realmente nunca falla, el
que siempre tira del carro, pero al que nunca se le reconoce. Exhibición total
del portugués, que se echó el equipo a la espalda. Si además sumamos la falta
de ambición de los txuriurdines, los tres puntos se quedaron en Chamartín.
Renovación inmediata de Ronaldo
Con Mourinho prácticamente fuera del club, con o sin
la Décima, los directivos blancos deberían centrarse en la ampliación de
contrato del crack portugués. Su continua y desigualada lucha con Messi,
le hace cada día mejor. Es indudable que es el segundo mejor jugador del mundo
en la actualidad.
Por lo que su posible salida, por muchos millones que
dejasen en las arcas del club, sería irremplazable. No hay futbolista en el
mercado con tantas cualidades, con ese espíritu de superación, y con ese ansia
por ganar.
Podrá venir Falcao, pero es impensable que el
cafetero pueda meter más goles de los que ha metido Ronaldo de blanco (171
goles en 171 partidos).
Es el presente y el futuro del Madrid, y Florentino
Pérez debería construir un equipo en torno a él. Además, ayer el brazalete de
capitán le quedaba como anillo al dedo.


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