lunes, 24 de marzo de 2014

La Liga de Undiano






Resulta raro ver al mismo árbitro en el Clásico de la primera vuelta y en el de la segunda; no ocurría desde la temporada 93-94. Pero más extraño aún es que ese colegiado utilice una vara de medir bien distinta en cada una de las citas. Al Undiano Mallenco del pasado 26 de octubre en el Camp Nou se le encogió el brazo a la hora de señalar el punto de penalti tras la embestida de Mascherano a Cristiano Ronaldo. No ocurrió lo mismo anoche, cuando esa cobardía se convirtió repentinamente en valentía.

Valentía para señalar el penaltito de Xabi Alonso a Iniesta. Valentía que curiosamente desapareció sólo unos minutos antes, en el derribo de Piqué a Bale. Dos situaciones similares, que se pueden o no señalar como penas máximas, pero con distinto desenlace.

El resto de su larga lista de errores resultan algo más comprensibles y humanos. Una falta que señala dentro del área pero que realmente se cometió a un palmo de la línea, un fuera de juego milimétrico que desemboca en penalti y expulsión. Fallos que entran dentro de la normalidad.

Hubiese pitado como Undiano”. Ésta es la valoración que hacía Xavi de la actuación del árbitro tras el partido. El de Tarrasa igual jugó otro encuentro, ya le pasó la temporada pasada tras la eliminatoria ante el Bayern en la fueron derrotados por 7-0. Tras el baño alemán aseguró que no les habían pasado por encima.

Pepeligro”. Así titulaba el Mundo Deportivo el pasado miércoles para referirse al supuesto miedo que tenían los jugadores azulgrana al central portugués. Sin embargo caprichos del destino, la acción más violenta del partido y de toda la temporada, la protagonizó uno de los suyos. Un pisotón en la cabeza de Busquets al señalado Pepe; una salvajada que hoy por cierto no aparece en dicho periódico.

Con esto, ni mucho menos, quiero tapar las vergüenzas del Madrid, como por ejemplo el enésimo desplante de Sergio Ramos, tan sobrado de cualidades como falto de cabeza. Nunca a un central se le han perdonado tantos errores como al de Camas, que parece más centrado en asuntos extradeportivos que en capitanear al Madrid.

Y no me quiero olvidar del pobre planteamiento de Carlo Ancelotti. El italiano fue incapaz de buscarle las cosquillas al Barcelona, precisamente cuando su defensa hace aguas. Así que, como pasase hace unas semanas en el Vicente Calderón, los blancos han dejado pasar una nueva oportunidad para dejar sentenciada la Liga.


Durante su primer año como entrenador blanco se ha destapado como un gran gestor del vestuario, tarea que no parecía sencilla tras el paso del huracán Mourinho. E incluso a día de hoy mantiene al equipo vivo en las tres competiciones. Pero el regustillo que ha dejado el equipo en las últimas grandes citas, salvo en las semifinales de Copa ante el Atleti, no hace presagiar nada bueno para el final de la temporada. Así no, Carletto.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Así gana el Madrid





Madrid es una ciudad que rebosa arte por los cuatro costados, y basta con ir al Palacio de los Deportes para ver una pequeña muestra. Porque el equipo de Pablo Laso roza la perfección sobre una cancha de baloncesto. Su superioridad es tan apabullante como asombrosa.

Desde que el árbitro lanza el balón al aire hasta que suena la bocina marcando el final del último cuarto, los blancos ganan a sus rivales en cada acción. Tanto en ataque como en defensa los merengues parecen jugar contra niños, conscientes en todo momento de sus debilidades. Y no les vale sólo con vencer; hasta que no arrasan con ellos, no cesan en su empeño.

Nadie destaca por encima del grupo; si un día el protagonista es uno, al día siguiente lo es otro. No hay envidias ni rencores, prima el conjunto sobre las individualidades.

Durante el pasado verano se optó por la continuidad, eso sí reforzando quizá su único punto débil, el juego interior. Se decidió abrir la puerta, de manera acertada, al talentoso Mirza Begic, como ya se hizo con anterioridad con Ante Tomić. A cambio han llegado el contrastado Ioannis Bourousis, y el esperanzador Salah Mejri. Si a esto le unimos la continuidad de Felipe Reyes y Marcus Slaughter, parece claro que el club ha apostado por el sacrificio en detrimento de la calidad. Con la excepción de Nikola Mirotić, al que seguramente le disfrutaremos este año por última vez.

Todo lo contrario ha ocurrido con los jugadores exteriores, donde se ha mantenido el bloque con jugadores capaces de anotar por encima de los veinte puntos. Todos ellos capaces de romper el marcador en cualquier momento del encuentro.

Y la fórmula por el momento parece que funciona: invictos con 12 victorias, con medías de más de 27 puntos de ventaja y más de 94 puntos por partido.

El Barcelona en cambio buscó en el mercado una superestrella, y tras las calabazas de Vasilis Spanoulis, se tuvieron que conformar con bisutería, Kostas Papanikolaou. Por ahora en la Liga Endesa también están imbatidos, pero las sensaciones son bien diferentes.

Todo resulta más sencillo bajo la batuta de un gran director de orquesta, y Sergio Rodríguez es actualmente el mejor base de todo el viejo continente. El Madrid juega como el Chacho piensa, y el canario tiene una mente privilegiada, es un auténtico genio para esto del baloncesto. Ha recuperado las sensaciones de cuando era joven, y en este estado de forma es imparable. Piensa más rápido que los rivales, es capaz de ver donde está la ventaja y además tiene las dotes de los elegidos para ejecutar de manera perfecta sus pensamientos.

La próxima víctima que los de Laso dejarán a su paso será el domingo el Herbalife Gran Canaria. Pasen y vean.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

El topo asoma





Al comienzo de esta temporada Carlo Ancelotti tuvo que tomar una difícil decisión; una de esas que nunca convencen a todos, y que siempre se miran con lupa. Decidió que su portero titular era Diego López; algo que levantó ampollas en un gran sector del Bernabéu. Además, curiosamente era el mismo guardameta que eligió en su día José Mourinho.

Muchos fueron los que dijeron por entonces que la elección del técnico portugués era personal contra Iker Casillas, y que nada tenía que ver con lo deportivo. Que le señalaba como el topo del equipo, la garganta profunda que filtraba a la prensa las charlas del vestuario.

Se atrevió a dejar en el banquillo a un mito del madridismo, un campeón de Europa y del Mundo, el mejor portero del siglo XXI. Tan evidente era su indiscutible titularidad durante todos estos años, como que en la temporada 2012/13 había bajado su rendimiento, andaba con la cabeza en otros asuntos.

Para darle un toque de atención, Mourinho decidió tirar de lo único que tenía a mano, el becario Adán. Que éste no tenía categoría para ocupar la portería del Madrid lo sabíamos todos, pero el luso pensó que bastaría con un par de partidos para despertar el carácter competitivo del de Móstoles, que llevaba mucho tiempo sin tener un rival digno en el puesto.

Caprichos del destino, poco días después se lesionó. Y la rapidez del club para contratar a Diego López dejó bastante claro que el entrenador portugués no confiaba en Adán para las grandes citas, como había insinuado antes.

Meses después El Santo volvió, pero Mou no estaba por la labor de cambiar de portero. Había encontrado al que siempre quiso, uno seguro por arriba y con buen manejo de los pies. Por lo que a Casillas le tocó ver el desenlace de la temporada desde el banquillo.

Finalmente Iker ganó el pulso, y la marcha de The Special One parecía calmar la tempestad. Su sustituto era Ancelotti, un hombre de club que a priori no parecía que iba a levantar mucho la voz y que iba a ser políticamente correcto.

Posiblemente que fuese a la Copa Confederaciones con España le perjudicó, o por lo menos no le ayudó para recuperar su puesto en la portería blanca. Durante la pretemporada además Diego confirmó lo que ya se presagiaba en la temporada anterior, que era un portero de primer nivel. Así que el puesto era suyo.

El italiano acababa de llegar y como suponemos que no tenía nada contra Casillas, parece obvio que su decisión sí que fue meramente deportiva. Pero con su nueva suplencia empezó la maquinaria mediática de muchos medios, posiblemente los mismos que se beneficiaron de sus supuestas filtraciones.

Sorprendentemente estas presiones desembocaron en una decisión circense de Carletto. A pesar de elegir a su portero, optó por otro para la competición más importante del club, la Champions. Una treta que no se recuerda en el mundo del fútbol.

Desde entonces el gallego ha mantenido su excelente estado de forma, con exhibición tras exhibición. Por su parte el madrileño empezó la competición europea con dudas, pero poco a poco ha recuperado su mejor forma, o por lo menos está cerca. Su partido anoche en Turín fue más que destacable y sus paradas recordaron a las de antaño. Sin embargo, no hay que vender ninguna moto, su actuación está muy lejos de muchas de las que ha realizado esta misma temporada su compañero.

Desde su llegada a Madrid, Diego López ha jugado todos los encuentros desde el borde de un precipicio. Cada domingo muchos son los que esperaban su error, para echarle toda la mierda encima. Y como no ha llegado, ya se ha optado por otro camino.

A los blancos les han metido 16 goles en 12 jornadas de Liga. Y algunos no han tardado en señalar al portero como culpable de esta sangría.


El fútbol de élite no tiene memoria, los méritos se demuestran en cada partido, no sirve de nada lo hecho con anterioridad. Puede parecer injusto, pero es así para todos. Y desde luego que una injusticia nunca se debe solucionar con otra.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Cuando el bronce sabe a poco




Los conformistas han calificado la actuación de España en el Eurobasket de Eslovenia como más que aceptable. Consideran que estamos malacostumbrados con los recientes triunfos de la generación de oro del baloncesto español, que nos han faltado importantes jugadores como Pau Gasol o Navarro, que había otras plantillas mejores que la nuestra, que teníamos un entrenador nuevo que necesitaba un tiempo para acoplarse. Pues bien, estoy en total desacuerdo con estos argumentos de perdedor.

Para mí este tercer puesto es un fracaso. Es verdad que el partido ante Francia fue una moneda al aire, que podía caer tanto de un lado como del otro. Pero en ningún momento han parecido un equipo fiable.

Y eso que el extraño sistema de competición, con dos estúpidas fases de grupos, nos ha favorecido. Raro es el campeonato en el que a pesar de perder tres encuentros (Eslovenia, Grecia e Italia), puedes ganar una medalla, incluso la de oro.

No hemos aprovechado la superioridad de Marc en la zona. El fallo ha podido estar en la vulgar pizarra de Orenga, que ha sido incapaz de fabricar jugadas en ataque al mediano de los Gasol. Aunque sus propios compañeros tampoco han podido encontrarle.

No hemos ganado ningún partido apretado, no hemos sabido competir en los momentos calientes, cuando el balón quema en las manos. Y así es muy complicado ganar. Las bajas no sirven de excusa cuando tienes un bloque de sobra para competir con cualquier selección.

Sí es cierto que nuestro banquillo daba pena verlo, era el peor en muchos años. Xavi Rey tiene más pinta de jugar el Seis Naciones, Mumbrú está para que le hagan el partido de homenaje, y Claver ya puede hacerse fotos con los jugadores de la NBA porque no tardará en volver.

Está claro que estamos malacostumbrados con el éxito del deporte español, pero eso no justifica una derrota. Seguramente dentro de 20 años nos lamentaremos de no haber conseguido un tercer título europeo consecutivo, algo que sólo han logrado la URSS y Yugoslavia. Donde unos ven un bonito bronce, yo veo una oportunidad perdida de haber hecho historia, de marcar una época en el mundo de la canasta.

No me gustó la falta de liderazgo en los últimos minutos del partido ante Francia, sobre todo en la prórroga. Ante la gran defensa gala a Marc Gasol, ningún jugador español decidió coger las riendas en ataque, por lo que le tocó al Chacho vestirse de Jordan, y claro, no pudo.

En el tiempo extra se hizo todo mal. En ataque faltó circulación de balón y no se consiguieron tiros limpios. Y en defensa, cuando los franceses estaban tan nublados como nosotros en ataque, cometimos dos innecesarias faltas sobre Parker, cuatro puntos fáciles, que decantaron la semifinal para los vecinos.

En la pasada Eurocopa de fútbol, muchos conformistas pensaron que España no llegaba en su mejor momento, que no siempre se podía ganar, y seguramente hubiesen firmado un tercer puesto. Pero hay que aprovechar los buenos momentos, la inercia positiva, y ganar todo lo que se pueda ganar. Porque ya tendremos tiempo para echarlo de menos.







martes, 17 de septiembre de 2013

CR7 quiere la Décima




Cuando a Raúl González Blanco le dieron la patada en el Real Madrid, otro histórico merengón como Fernando Hierro, le calificó como “un ferrari”. Atrás dejaba grandísimas temporadas, y también alguna flojilla, para que mentir. Se iba un emblema blanco que anotó 323 goles en 741 partidos; una cifra difícil de superar, o eso parecía.

No estaría mal recurrir nuevamente al central malagueño para que explicara con qué tipo de bólido asemejaría a Cristiano Ronaldo. Podría ser el Red Bull de Vettel, que se pasea por el mundial de Fórmula 1.

El 6 de julio de 2009 Cristiano gritaba “hala Madrid” mientras un repleto Santiago Bernabéu le jaleaba. Llegaba con el cartel de estrella, pero los 94 millones de euros que pagó Florentino Pérez en su día, parecían algo exagerados.

Ahora cuatro años después, su fichaje no es que no parezca caro, es que resulta hasta barato, una ganga. En sólo cuatro temporadas Ronaldo ha ido superando uno a uno a los máximos goleadores de la historia blanca. Tal ha sido su escalada, que ya sólo tiene por delante a Hugo Sánchez (208), Puskas (237), Santillana (288), Di Stéfano (307) y el propio Raúl (323). Y tras su multimillonaria, pero no por ello inmerecida renovación de contrato, parece simplemente cuestión de tiempo que el portugués supere a todos ellos.

La renovación de CR7, aparte de ser casi una cuestión de estado, es la guinda del pastel del nuevo proyecto blanco. Se ha vivido un verano más que movidito en las oficinas de Chamartín, con fructíferas operaciones, las mejores que yo recuerdo.

Posiblemente lo más polémico es la marcha de Özil , más por lo que pueda llegar a ser que por lo que ha demostrado. Su clase y sus dotes futbolísticas son de nivel top, como diría Mourinho; pero su ambición y su capacidad de esfuerzo son de infantil, o cadete a lo sumo. El tiempo dirá si ha sido una buena o una mala decisión; por ahora parece, cuanto menos, atrevida.

Para sustituir al alemán se ha traído a un producto nacional, que falta hacía. Isco parece peor que Mesut, pero futuro tiene por delante para demostrar que puede llevar la manija del Real Madrid y de la selección.

El resto de movimientos, tanto entradas como salidas, han sido ejemplares. Rafa Benítez, al que desde aquí propongo para futuro presidente de honor del club cuando don Alfredo nos deje, nos ha quitado toda la morralla perenne que teníamos en el banquillo. También ha ayudado el bueno de Galliani con su empeño de juntar a reliquias.

Difícil parecía buscar un sustituto a Xabi Alonso, que termina contrato el próximo verano. Pero el problema parece resuelto gracias al fichaje millonario de Illarramendi, la sorpresiva irrupción de Casemiro, y el paso al frente de Modric.
En cuanto al puesto más débil de las últimas temporadas, el lateral derecho, también se ha reforzado. Carvajal no tardará mucho en quitar el puesto a Arbeloa, ofreciendo así una opción más para el ataque.

El fichaje de Neymar por el Barcelona obligó al Madrid a mover ficha, a contratar a otro galáctico, y en el mercado sólo había uno, Gareth Bale. Y después de unas intensas negociaciones con el rocoso Levy, el galés ya viste de blanco. Ahora sólo queda disfrutar de sus incansables galopadas y sus temibles zarpazos.

El Madrid, de momento, no carbura, ninguno sabe su rol dentro del equipo. Pero resulta imposible pensar que esta plantilla no acabará por funcionar, y lo hará en los momentos calientes de la temporada.

Con Ronaldo como claro buque insignia, dejando a un lado su tristeza, la Décima está un pasito más cerca.



martes, 10 de septiembre de 2013

Rafa 2020




La distancia entre el triunfo y el fracaso es muy corta, tanto como dos días; el tiempo que pasó desde la elección de Tokio para albergar los Juegos Olímpicos de 2020, hasta el triunfo de anoche de Rafa Nadal. Dos momentos con protagonismo español, pero con final bien distinto, y se podría decir que previsible. Uno ganó como siempre y otro perdió, también como siempre.

Empecemos por la arena, por el fiasco. No se puede hacer peor, sin aprender de los errores. Seguramente nunca una ciudad ha tenido tantas ganas de ser olímpica, con más de un 90% de apoyo popular. Hubiese bastado con plasmar esas ganas de los madrileños para convencer a los sobornables miembros del COI.

La candidatura de Madrid cada año recuerda más al Atlético de Madrid. Un año es el dopaje, otro nuestro pésimo nivel de inglés, al siguiente nuestra ridícula alcaldesa; por hache o por be al final las olimpiadas siempre son para otros. Nos estamos ganando a pulso el apodo de pupas.

Queremos unos juegos, pero tampoco somos tontos, y no estamos dispuestos a soportar otro varapalo. Estamos hartos de que nos pongan el caramelito en la boca, para que luego nos lo quiten con la misma frialdad con la que Rafa afronta un break point.

Nunca ha tenido, ni tiene, ni tendrá Japón un deportista como Nadal. Ni con sus triunfos, ni mucho menos con sus valores. Pero tampoco presumamos de eso, porque nosotros tampoco volveremos a tener a un deportista como él, tan elegante en la victoria y ejemplar en la derrota.

Sin duda alguna, si Alejandro Blanco y sus secuaces tuviesen que presentar hoy nuestra candidatura, otro gallo cantaría. Bastaría con proyectar un resumen del partido de anoche para convencer a los variopintos miembros del COI. Tras el visionado del encuentro les resultaría imposible votar a Tokio o Estambul.

Y ahora vamos con la cal, con la leyenda. Hacemos mal, me incluyo también, en comparar a Rafa Nadal con Laver, Borg, Sampras o Federer. Su insaciable hambre de victoria le sitúa por encima de todos ellos, le coloca en la lista de los mejores deportistas de toda la historia. Ahí, al ladito de Jordan, Alí o Nicklaus.

Empezó como un experto en tierra batida, y no tardó mucho en consagrarse como el mejor de la historia en esa superficie, sus ocho títulos en París así lo atesoran. Pero no se quedó ahí, quería reinar también en hierba y pista rápida, y vaya si lo hizo. Porque no tiene techo, ganará todo lo que quiera y hasta que él quiera.

Si hubiese tenido la suerte de nacer a orillas del río Támesis hoy se le reconocería con el estatus que merece, el de sir. Y si alguien puede lograr que Madrid albergue algún día, esperemos no muy lejano, unos juegos, ese es él.


Gracias Rafa por no despertarnos del sueño olímpico.

lunes, 24 de junio de 2013

No hay dos sin tres




Lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a ascender al Olimpo del baloncesto. LeBron James ya tiene un anillo de campeón de la NBA para cada mano. A priori parecía un camino de rosas, pero al final ha terminado por convertirse en un tortuoso trayecto, casi con final trágico.

Los inocentes Milwaukee Bucks fueron su primera víctima, les siguieron los combativos Chicago Bulls sin su toro principal (Derrick Rose), que presumiblemente volverá a deleitar al United Center en octubre. Ya en las finales del Este se enfrentaron a unos cada vez más rudos y competitivos Indiana Pacers. Allí Roy Hibbert y David West abusaron del débil juego interior de Miami y consiguieron forzar un séptimo partido, en el que no tuvieron ninguna opción. Y en su tercera final consecutiva el rival era San Antonio Spurs, que buscaba su quinto anillo en quince años.

Volvían los fantasmas del pasado y LeBron tenía que enfrentarse con su verdugo en 2007, el conjunto que barrió a sus Cleveland Cavaliers. Los texanos podían convertirse en su particular bestia negra, como en su día lo fueron los Detroit Pistons para Michael Jordan. Pero al final, ni uno ni otro.

No comenzó bien la serie para los Heat. Las victorias se alternaban, con los Spurs golpeando primero. En este contexto la final llegó a Florida con 3-2 para los de Gregg Popovich. Por entonces, James lideraba a su equipo en todas las estadísticas, o casi todas, pero su imagen no era la de la temporada regular. Aquel jugador dominante había dejado paso a otro más solidario que pretendía involucrar a sus compañeros. Sabía que sin ellos no lo podía lograr, y no se equivocaba.


En el sexto por fin cogió las riendas, sin exagerar tampoco. Pero parecía que sus esfuerzos iban a quedar en balde; cinco puntos abajo y menos de un minuto por jugar, todo hacía presagiar una nueva debacle del Big Three y una nueva victoria de los Spurs. Sería el éxito de formar un equipo campeón frente al fracaso de lograr una plantilla a golpe de talonario.

Sin embargo el final del encuentro fue kafkiano para San Antonio. Un triple de LBJ a la desesperada, tras haber fallado antes varios intentos, sumado a una concatenación de malos ataques, hacía prever un final de infarto. La gota que colmó el vaso fue la extraña decisión de Pop de sentar en el banquillo a un cansado Tim Duncan en defensa; una decisión que permitió a un desaparecido Chris Bosh coger un rebote de oro, tras un nuevo error de LeBron, para asistir al mejor triplista de la historia, Ray Allen. El resultado fue un tiro perfecto, de los que se deben enseñar en las escuelas, de los que parecen que es imposible que el balón no acabe acariciando la cesta. Tres puntos que bien han justificado su fichaje el pasado verano.


La temporada se iba a decidir en el séptimo partido, donde los niños dejan paso a los hombres. Y ahí "The Chosen One" se mueve como pez en el agua. Llegaba como el jugador con más promedio de puntos en los partidos decisivos en toda la historia de la liga.

En total fueron 37 puntos, 12 rebotes y 4 asistencias, y lo que es más importante, anotó los tiros que sentenciaron el anillo. Lo que todo el mundo le pedía, y lo que los más críticos le recriminaban. Fueron lanzamientos de 5 o 6 metros que dejaron claro la confianza de LeBron, su superioridad sobre el resto. “Los que cuestionaron mi liderazgo ya tienen la respuesta” decía tranquilo al término del encuentro.


2 títulos (2012 y 2013), 2 MVP en las finales (2012 y 2013), 4 MVP en temporada regular (2009, 2010, 2012 y 2013), 9 veces All Star (2005-2013), Rookie del año en 2004. Un palmarés del que pocos pueden presumir, ninguno de ellos en la actualidad. Pero él quiere más, más títulos individuales, y sobre todo más anillos. Para ello debe mejorar, aunque parezca imposible. Públicamente ha dicho que quiere superar el 80% en tiros libres, y posiblemente también pretenda conseguir el único premio que se le ha escapado esta temporada, el de mejor defensor del año.

Hace tres años Pat Riley juntó en Miami al Big Three, y muchos eran los que pensaban que había demasiados gallos en el corral, que eso era difícil de gestionar, y que desde luego Erik Spoelstra, con escasa experiencia, no era el entrenador más adecuado. Ahora no hay duda de que Coach Spo es el técnico ideal para continuar con la hegemonía de los de Florida. No se puede decir lo mismo de Chris Bosh, que nunca ha terminado de convencer, y que este año ha cavado su propia tumba. Los medios estadounidenses le colocan fuera del equipo, y la franquicia podría obtener a cambio un buen jugador, que sin sus números, podría reforzar la débil zona de los Heat. Suena Greg Oden, número uno del draft de 2007 que no ha jugado un sólo minuto desde 2009 debido a sus rodillas de cristal. Aunque no será el único en las quinielas, muchos serán los jugadores que quieran reforzar esta plantilla para ganar el ansiado anillo.

Sería un insulto no citar en este post al mejor ala-pivot de la historia de la liga. A sus 37 años, Tim Duncan ha sido de largo el mejor jugador de su equipo en las finales, con 18,9 puntos y 12,1 rebotes por partido, aunque en el último minuto tuvo en sus manos, en dos ocasiones, buena parte de la serie. Tras el encuentro aseguró que estos fallos le atormentarán toda la vida. Pero realmente lo que debe atormentar a "The Big Fundamental" es todo lo que ha conseguido durante 15 temporadas en la mejor liga del mundo: Rookie del Año de la NBA (1998), MVP del All-Star Game de la NBA (2000), 2 MVP de la Temporada (2002 y 2003), 7 veces en el Mejor quinteto defensivo de la NBA, 3 MVP de las Finales (1999, 2003 y 2005), 4 campeonatos de la NBA (1999, 2003, 2005 y 2007), 13 veces All-Star, 14 veces en el Mejor quinteto de la NBA.


El jueves pasado se vivió la segunda parte del reinado de LeBron James en el baloncesto. Y lo mejor de todo es que el final quedó abierto. De momento, el rodaje de la tercera comenzará en octubre.

lunes, 10 de junio de 2013

Rafael VIII, rey de Francia





Histórico, memorable, pero sobre todo, irrepetible. Se acaban los calificativos para describir una nueva hazaña de Rafa Nadal. Nadie en la historia ha dominado un torneo de Grand Slam como lo está haciendo el balear con Roland Garros.

Ocho títulos en París que se resumen en 59 triunfos (uno más que Guillermo Vilas y Roger Federer) y una única derrota, en los octavos de final de 2009 ante Robin Söderling. A este paso no sería de extrañar que los franceses, muy a su pesar, utilizasen al tenista español para renombrar su pista central; si Philippe-Chatrier levantase la cabeza…

El de este año tiene un sabor especial. Muchos eran los que le daban por muerto, los que creían que no iba a volver a la élite tras estar más de siete meses fuera de competición. Vaya si se equivocaban.

La final fue casi como la última etapa del Tour, un paseo por los Campos Elíseos. A David Ferrer, tras apabullar a Jo-Wilfried Tsonga, le quedó enorme su primera final de un grande, aunque seguramente el destino le deparará una nueva oportunidad.

No se puede decir lo mismo de la semifinal, enfrente estaba Novak Djokovic. Los dos tuvieron el partido ganado y perdido. Y teniendo en cuenta la inercia de sus últimos enfrentamientos, lo normal hubiese sido que la balanza se decantara hacia el serbio, pero éste deberá esperar un año más para completar su Grand Slam.

Rafa ha vuelto como lo hacen los grandes, con ese poderío físico y mental que siempre le ha caracterizado, con ese insaciable hambre de victoria. Es el tenista con más triunfos y títulos en lo que llevamos de 2013. Ya ha conquistado Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells, Barcelona, Madrid, Roma y París.

La extraña e injusta forma de puntuar que utiliza la ATP permite que se dé una curiosa circunstancia. Y es que a pesar de reinar una vez más en Francia, ha bajado un puesto en la famosa lista. Aunque la realidad es bien distinta, y está más cerca de recuperar el número uno mundial. De aquí a final de año no tiene puntos que defender, todo lo contrario que sus principales rivales.

Es su duodécimo torneo de Grand Slam, adelanta a Björn Borg y a Rod Laver, e iguala a Roy Emerson. Ahora sólo tiene por delante a Pete Sampras (14) y a Roger Federer (17). Además él sólo ya supera todos los conseguidos por el resto de tenistas españoles: Manuel Santana (4), Sergi Bruguera (2), Andrés Gimeno (1), Manuel Orantes (1), Carlos Moyá (1), Juan Carlos Ferrero (1) y Albert Costa (1).

Nadal no tiene límites, no se conforma con ser el mejor deportista español de la historia, quiere más. Tan grande en la victoria como en la derrota, nadie sabe dónde está su techo.

Todo a su tiempo, ahora toca parar.  No conviene forzar esa maltrecha rodilla. No volverá a coger una raqueta, en partido oficial, hasta Wimbledon. Allí empezó su calvario el año pasado, cuando cayó eliminado en segunda ronda ante Lukas Rosol.

La cita es en dos semanas en el All England Club, con muchas dudas por resolver. Federer intentará igualar la gesta de Rafa con su octavo título y Djokovic buscará resarcirse de la derrota en París con su segundo. Y si hablamos de enormes retos ahí estará Andy Murray. Señalado una vez más como la gran baza local para dejar el torneo en suelo británico. El último héroe fue Fred Perry en 1936.


miércoles, 5 de junio de 2013

Obrigado, José





Gracias por recuperar la ilusión al madridismo, por colocarnos en el lugar que nos corresponde, y que nunca debimos abandonar, entre los grandes de Europa.

Gracias por derrocar, o por lo menos debilitar, al Barcelona. Porque llegaste cuando ellos se creían invencibles, cuando lo ganaban todo, cuando nadie les tosía.

Gracias por quitar el complejo de inferioridad a nuestros jugadores. Por abrirles los ojos, por hacerles ver que para nada eran peores, que no hay una única manera de entender el fútbol, y que la posesión es algo totalmente secundario. Por recordar que hace no mucho tiempo eran ellos los que estaban obsesionados con nosotros, y que debería de volver a ser así.

Gracias por aquellos 100 puntos y 121 goles, por la liga de los récords, culminada en el Camp Nou. Porque cuando todos firmábamos el empate se consiguió una victoria contundente. Y eso que muchos te acusaban de amarrategui


Gracias por explotar a Ronaldo, por convertirle en un auténtico líder, cuando antes era jugadorazo y ególatra a partes iguales. Por disiparnos las dudas, porque ahora ya sabemos que no hay nadie mejor que él para liderar este nuevo proyecto.

Gracias por enseñarnos a Varane, el central del futuro y del presente. Por confiar en él cuando apenas era un chaval y cuando más caliente estaba la temporada. Porque todos creían que ibas a poner a Pepe tras su lesión, pero no.

Gracias por tu profesionalidad, porque, sin ser madridista, siempre has defendido al club contra viento y marea. Porque no te has amedrentado ante nadie, y por dejar claro que en el Madrid nadie juega por decreto.

Gracias por hacernos ver que nadie es imprescindible, que el mundo no se acaba sin Casillas, que hay otros porteros que aún siendo peores lo pueden hacer incluso mejor.

Gracias por permitirnos soñar con la Décima, por acariciarla con las yemas de los dedos hasta en tres ocasiones. Porque tan solo la mala suerte, nos ha privado de ella.

Gracias por devolvernos la Copa del Rey, y encima ante el mejor Barcelona de la historia. Ese trofeo tan odiado y silbado por el norte, pero querido por nosotros.


Gracias por irte sin prender la mecha, sin contar las barbaridades que casi con total seguridad se han vivido esta temporada en el vestuario; un vestuario que al final te ha llevado por delante.

Es el momento de quedarse con lo bueno y olvidar lo malo. Evidentemente las formas no han sido las mejores, y se puede calificar como fracaso la reciente temporada. Incluso habrá quien asegure que fuiste el elegido para alzar la Décima, y no mentiría. Pero gracias a ti el Real Madrid ha recuperado su grandeza.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Adiós Sir




Desde hace un tiempo los entrenadores de fútbol han dado un paso al frente, han dejado atrás  su papel de secundarios para convertirse en actores principales. Ahora son ellos los que ocupan las portadas de los principales periódicos deportivos de todo el mundo; y sus ruedas de prensa son las más seguidas y esperadas.

Incluso sus nombres aparecen también en el interminable mercado de verano, que tanto ilusiona a los aficionados. En los últimos meses, por ejemplo, sólo se habla del próximo destino de José Mourinho y de la nueva aventura de Pep Guardiola en Alemania.

Al margen de todo esto ha estado siempre Sir Alex Ferguson. El escocés acaba de anunciar que deja los banquillos tras 26 temporadas ocupando el mismo, el del Manchester United. Su palmarés queda inalcanzable, de momento, para esta nueva generación de técnicos empeñados en ser ellos mismos los protagonistas, eclipsando a sus jugadores.

El 5 de noviembre de 1986 el Manchester United oficializaba su fichaje.  Ya había triunfado con el Aberdeen tras ganar tres ligas escocesas, una Copa y la famosa Recopa ante el Real Madrid. Por entonces el entrenador del Barcelona era Terry Venables y el del Real Madrid Luis Molowny. Pues bien, desde entonces, por el banquillo culé han pasado 11 técnicos (Luis Aragonés, Carles Rexach (en 3 etapas diferentes), Johan Cruyff, Bobby Robson, Louis van Gaal (2), Lorenzo Serra Ferrer, Jesús Antonio de la Cruz, Radomir Antić, Frank Rijkaard, Josep Guardiola y Tito Vilanova) y 20 por el merengue (Leo Beenhakker (2), John Benjamin Toshack (2), Alfredo Di Stéfano, Radomir Antić, Benito Floro, Vicente Del Bosque (3), Jorge Valdano, Arsenio Iglesias, Fabio Capello (2), Jupp Heynckes, José Antonio Camacho (2), Guus Hiddink, Carlos Queiroz, Mariano García Remón, Vanderlei Luxemburgo, Juan Ramón López Caro, Bernd Schuster, Juande Ramos, Manuel Pellegrini y  José Mourinho.

Más de un cuarto de siglo al frente de uno de los grandes clubs de Europa. Allí ha cosechado un total de 38 títulos: 13 Premier Leagues (1993, 1994, 1996, 1997, 1999, 2000, 2001, 2003, 2007, 2008, 2009, 2011, 2013), 5 FA Cups (1990, 1994, 1996, 1999, 2004), 4 Copas de la Liga (1992, 2006, 2009, 2010), 2 Champions Leagues ( 1999, 2008), 1 Cup Winners Cup (1991), 1 Mundial de clubes (2008), 1 Supercopa de Europa (1992), 1 Copa Intercontinental (1999), 10 Community Shield (1990, 1993, 1994, 1996, 1997, 2003, 2007, 2008, 2010, 2011). Ahí queda eso. Pero realmente el mérito es aguantar tanto tiempo en un puesto tan efímero,  el de entrenador. Y es que cuando los resultados no acompañan, todos los dedos señalan al mismo hombre.

Y no lo ha tenido nada fácil. Jugadores como Casillas o Pepe parecen hoy rebeldes, pero él  ha tenido que lidiar con toros mucho más bravos: Keane, Cantona, Beckham, Cristiano Ronaldo o Rooney, sólo por citar algunos. Pero nunca permitió que se le subieran a las barbas, siempre les quedó claro quién mandaba en Old Trafford.

Pero como el deporte rey es injusto, o débil de memoria por lo menos, sólo se le recordará por tan sólo 101 segundos, los que tardaron sus diablos rojos en dar la vuelta a la final de la Copa de Europa de 1999 en el Camp Nou. Parecía imposible, pero los goles de Sheringham y Solskjaer permitieron a Ferguson levantar su primera Copa de Europa ante el Bayern de Munich. Un simple golpe de suerte en una trayectoria única.